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Sara Sabry fue la primera astronauta africana en ir al espacio y su misión es hacer que los viajes espaciales sean accesibles para todos.

Cuando Sara Sabry se convirtió en 2022 en la primera mujer africana en viajar al espacio exterior, fue un momento decisivo en una odisea personal que ella espera algún día la lleve a otro planeta.

“Tengo muchas esperanzas de llegar a Marte”, dice a The CEO Magazine. “De hecho, uno de los objetivos de mi vida es morir allí cuando haya terminado mi trabajo aquí en la Tierra. Quiero jubilarme y pasar allí mis últimos días”, agrega. 

La ingeniera egipcia de 30 años y astronauta plenamente capacitada fue elegida entre miles de aspirantes por el grupo sin fines de lucro Space for Humanity para participar en el viaje a bordo de New Shepard, el cohete construido por Blue Origin, de Jeff Bezos.

“Tengo muchas esperanzas de llegar a Marte. De hecho, uno de los objetivos de mi vida es morir allí”.

Puede que el vuelo sólo tuviera una duración de 10 minutos, pero tuvo un profundo efecto en Sabry, que también fue la primera mujer árabe en el espacio. Tiene intención de dedicar su vida a abrir los viajes espaciales comerciales más allá de los turistas multimillonarios a través de su Iniciativa del Espacio Profundo (DSI), una comunidad mundial de investigadores y educadores que aboga por “una vía para que todos exploren el universo”.

Su equipo directivo incluye un ingeniero de la NASA, un arquitecto espacial y un abogado especializado en derecho interplanetario.

“Ver la Tierra desde el espacio me hizo sentir una gran responsabilidad para protegerla”, recuerda. “La atmósfera es muy delgada, pero es lo único que nos protege de lo negro del espacio”, agrega.

“Estaba en este entorno que básicamente intenta matarme, pero fue la primera vez en mi vida que me sentí realmente en casa. Entonces entendí por qué tenía que explorarlo”, asegura.

Ir más allá

Pero atreverse a ir a la última frontera no era un sueño de infancia por una muy buena razón. “Al crecer en Egipto, no se nos permitía pensar en ello”, nos dijo poco después de intervenir el año pasado en el Global Entrepreneurship Congress de Australia, una reunión anual de influyentes líderes empresariales y oradores principales.

“No estábamos expuestos a este sector en absoluto y nunca vimos lanzamientos de cohetes. Nadie ambicionaba ser astronauta porque no era algo que hicieran los egipcios”, asegura.

Tras completar un máster en ingeniería biomédica, trabajó en nuevas técnicas de cirugía robótica, pero pronto tuvo una epifanía que cambió su vida.

“Tuve una crisis existencial porque había muchas preguntas sobre todo lo que nos rodea, pero nadie parecía tener respuestas. Una cosa llevó a la otra, y me di cuenta de que para obtener esas respuestas sobre los orígenes y el futuro de la humanidad, debíamos investigar la astrofísica y la exploración de otros mundos”, dice Sabry .

“El universo es tan vasto y la humanidad tan insignificante. Mi razonamiento es que tenemos que aventurarnos más lejos, incluso más allá de nuestro sistema solar, para entender más. La humanidad debe convertirse en multiplanetaria”, agrega.

“Nadie ambicionaba ser astronauta porque no era algo que hicieran los egipcios”.

Y no pierde el tiempo en su búsqueda del conocimiento. El DSI cuenta actualmente con más de 200 miembros que supervisan 32 proyectos de investigación en ámbitos como el transporte galáctico, la salud cardiovascular en el espacio y las técnicas de construcción.

La propia Sabry está realizando un doctorado sobre trajes espaciales sostenibles para su uso en otros planetas, y espera que su trabajo le ayude a volver al espacio. Pero admite que no será fácil.

“He visto lo inaccesible que es el sector para gente como yo, que no somos ciudadanos estadounidenses o europeos. Hay leyes que ni siquiera nos permiten solicitar trabajo en esos campos, lo cual no tiene sentido y es la razón por la que fundé la DSI”, dice.

“La colaboración internacional permitirá la exploración del espacio profundo y asegurará nuestro futuro. Tardará siglos en suceder, pero tiene que suceder porque es la dirección en la que la humanidad necesita ir”, asegura.

Aventurarse

Y nuestra curiosidad no debería limitarse a los planetas que giran alrededor de nuestro Sol. “Entendemos muchas cosas sobre el sistema solar, pero ¿qué pasa con otros sistemas solares?  No podremos obtener todas las respuestas con sólo estar aquí”, asegura.

Ve su mayor oportunidad en el sector en la rápida expansión de los viajes espaciales comerciales. “Habrá más organizaciones internacionales que envíen gente a trabajar y vivir en el espacio. Blue Origin está trabajando en una estación espacial, así que necesitarán mucha gente. También SpaceX está formando a astronautas para distintos tipos de investigación mientras Access.Space [una organización que ayuda a empresas más pequeñas a lanzar satélites] está abriendo las puertas a personas de países que no ponen humanos en el espacio”, señala.

Pero es su sueño de viajar al planeta rojo lo que más aprecia. “Creo que es muy posible que los seres humanos lleguemos allí durante mi vida, pero es en el futuro, y todavía tengo mucho que hacer aquí por el cambio climático, los derechos humanos y el acceso al espacio para otros antes de poder ir”, afirma.

“No soy una suicida: ¡no quiero ir allí a morir! Pero creo que compartiendo mis experiencias puedo animar a los jóvenes egipcios a seguir estudiando y cambiar la percepción de la mujer en el mundo árabe”, concluye.

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