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Para la directora global de Comercio, Inversión y Competitividad del Banco Mundial, la Zona de Libre Comercio Continental Africana es crucial para el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la creación de empleo.

En África hay 55 países y en la actualidad comercian mucho menos entre sí que con el resto del mundo. Mona Haddad, directora global de Comercio, Inversión y Competitividad del Banco Mundial, cree que esto ha tenido un impacto perjudicial en las personas que viven allí.

“Ha frenado el desarrollo del continente”, afirma a The CEO Magazine.

Cuando las naciones africanas comercian con sus vecinos, señala, los beneficios son evidentes: por ejemplo, los exportadores ghaneses de baldosas de cerámica a Camerún han visto cómo los aranceles bajaron 20 por ciento gracias a una iniciativa de comercio guiado, una de las primeras que se pusieron en marcha en el marco de la Zona de Libre Comercio Continental Africana.

“Al desbloquear el comercio entre los países africanos, el acuerdo puede ser un importante motor de crecimiento económico integrador, reducción de la pobreza y creación de empleo”.

El pacto comercial, más conocido como AfCFTA, fue negociado por la Unión Africana y está diseñado para crear un mercado único de bienes y servicios en el continente, y la mayor zona de libre comercio del mundo. Hay grandes esperanzas de que el AfCFTA empiece pronto a dar más buenas noticias.

“El AfCFTA es una oportunidad de utilizar el mercado africano existente para ampliarlo, en lugar de importarlo del exterior”, explica Haddad. Después de todo, prosigue, el continente alberga a 1,400 millones de personas, un mercado mayor -en términos de población- que la Unión Europea y que es equiparable a China e India.

“Al desbloquear el comercio entre los países africanos, el acuerdo puede ser un importante motor de crecimiento económico integrador, reducción de la pobreza y creación de empleo”, asegura.

Un proyecto ambicioso

El Banco Mundial ha cifrado el valor del AfCFTA en una cifra enormemente significativa: no sólo podría duplicar potencialmente el comercio intraafricano de aquí a 2035, sino que podría sacar a 50 millones de personas de la pobreza extrema, con unas ganancias de ingresos que ascenderían a 571,000 millones de dólares.

Eliminar las barreras comerciales ayudaría a las economías africanas a diversificarse participando en cadenas regionales y mundiales, explica Haddad.

“Eso ofrecería la oportunidad de acelerar la industrialización y reducir su dependencia de las exportaciones de materias primas, que pueden ser muy volátiles”, añade. “Y generaría más empleos y mejor remunerados, especialmente para mujeres y jóvenes”, señala.

“Los miembros también tienen previsto armonizar las políticas y normativas nacionales en materia de inversión, competencia, comercio electrónico y derechos de propiedad intelectual”.

Sin embargo, Haddad sabe que el AfCFTA es una empresa ambiciosa.

“Estamos hablando de mucho más que de una simple reducción de los aranceles sobre el comercio de bienes y servicios”, admite. “Los miembros también planean armonizar las políticas y normativas nacionales sobre inversión, competencia, comercio electrónico y derechos de propiedad intelectual”, asegura.

Sin embargo, todos los implicados están motivados por los posibles resultados.

“Una mayor integración en estas áreas ayudaría a construir mercados más eficientes, mejorar la competitividad y atraer más inversión extranjera directa a sectores agrícola, manufactura y servicios”, explica Haddad, quien añade que los estudios del Banco Mundial muestran que el acuerdo podría aumentar la inversión transfronteriza intraafricana en un 68 por ciento y la Inversión Extranjera Directa (IED) total en más de un 150 por ciento.

Pacto para el futuro

Según Haddad, hay varias razones por las que un mercado único es tan importante para el futuro de África.

“En primer lugar, reducir las barreras comerciales dentro de África es una forma de contrarrestar el impacto económico potencialmente perturbador del aumento del proteccionismo en otras partes del mundo”, afirma. “La creación de un mercado único hace de África un destino más atractivo para el comercio y la inversión”, añade.

Y todo esto se suma al importante cambio demográfico que está experimentando el continente.

“Los africanos ven en el AfCFTA una forma de aprovechar la energía, el dinamismo y la ambición de los jóvenes, y de crear más oportunidades para ellos”.

“En 2050, los africanos conformarán una cuarta parte de la población mundial”, afirma. “A diferencia de algunas regiones más industrializadas, la población de África es cada vez más joven, no más vieja”, señala.

“Los africanos ven en el AfCFTA una forma de aprovechar la energía, el dinamismo y la ambición de los jóvenes, y de crear más oportunidades para ellos”, asegura.

Además, el potencial solar, eólico e hidroeléctrico hace que el continente ocupe una posición privilegiada para aprovechar la transición hacia las energías limpias y las emisiones netas de carbono cero.

Todo incluido

De hecho, la energía verde es una de las áreas en las que Haddad ve más potencial para el AfCFTA.

“Aunque los países africanos sólo reciben una modesta parte de la inversión transfronteriza mundial, los sectores de mayor crecimiento son los asociados a la transición energética verde, lo que coincide con la tendencia mundial”, afirma.

Haddad describe el comercio de servicios, en particular los servicios digitales, como otra área con potencial.

“A escala mundial, los servicios representan más de dos tercios del PIB, el doble que la agricultura y la industria juntas. Y los servicios emplean a más trabajadores y generan más empleo que cualquier otro sector”, afirma.

“A medida que la inversión en minerales críticos llega a África, es esencial que también se cree valor añadido dentro de África”.

El comercio de servicios también es más inclusivo, pues ofrece oportunidades a personas que de otro modo quedarían al margen del mercado.

“Ofrece oportunidades económicas a las mujeres, los jóvenes y las pequeñas empresas de África. Y servicios como la logística y las TI ayudarán a África a aprovechar las cadenas de valor regionales y mundiales, que son importantes motores del crecimiento”, asegura.

Cita como ejemplo la industria automovilística.

“Las empresas automovilísticas de Egipto, Marruecos y Sudáfrica se beneficiarán cuando se abra el mercado del automóvil en África”, afirma. “Eso creará demanda de componentes y materias primas de países como Zambia, gran productor de cobre, o la República Democrática del Congo, donde podría extraerse y procesarse cobalto para las baterías de litio”, señala.

“A medida que la inversión en minerales críticos llega a África, es esencial que el valor añadido también se cree dentro de África”, asegura.

A más largo plazo, Haddad espera que surjan oportunidades para las cadenas de valor regionales a medida que se fortalezcan y alcancen mercados fuera del continente.

“Algunos países ya están negociando acuerdos de libre comercio que pueden servir de anclaje para que las cadenas de valor regionales exporten a mercados mayores”, afirma. Por ejemplo, Kenia ya está en negociaciones con EE.UU. y Marruecos está posicionado para una importante IED en la cadena de valor de la automoción vinculada a la UE.

“La OMC, la Secretaría del AfCFTA y el Banco Mundial ha realizado auditorías de las regulaciones nacionales en 54 países africanos, identificando aquellas que potencialmente podrían inhibir el comercio de servicios”.

Pero eso no significa que todo vaya sobre ruedas, aunque todos los países menos Eritrea lo hayan firmado. Aunque el comercio en el marco del acuerdo se inició oficialmente el 1 de enero de 2021, para su plena aplicación aún son necesarias reformas políticas y medidas de facilitación del comercio, es decir, la simplificación, modernización y armonización de los procesos de importación, exportación y tránsito definidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Aquí es donde Haddad y el Banco Mundial están desempeñando un papel importante, apoyando con asistencia financiera, de investigación y técnica. A partir de 2019, el Banco también participó en la negociación y aplicación del acuerdo.

“En cooperación con la OMC y la Secretaría de la AfCFTA, el Banco Mundial ha realizado auditorías de las normativas nacionales de 54 países africanos, identificando aquellas que podrían inhibir el comercio de servicios”, afirma Haddad.

Se trata, prosigue, de un paso importante hacia la armonización de la normativa en temas como la inversión transfronteriza, el comercio electrónico y la propiedad intelectual.

Un futuro brillante

Aún es muy pronto, pero para que el AfCFTA alcance todo su potencial, Haddad afirma que la participación de la sociedad civil y la comunidad empresarial es crucial.

“Ellos son los que se beneficiarán del acuerdo, por lo que tendrán que capacitarse y participar en las consultas con funcionarios del gobierno y otras partes interesadas”, afirma.

Además, urge mejorar las infraestructuras.

“Hemos visto cómo los camiones pueden estar retenidos durante días en algunos pasos fronterizos”, afirma. “Mientras tanto, los alimentos se echan a perder y los motores arrojan más dióxido de carbono a la atmósfera”, añade.

“Las naciones africanas también tendrán que mejorar el entorno empresarial para atraer inversiones y fomentar el espíritu emprendedor. Los países pueden actualizar sus marcos jurídicos y normativos ajustándose a las disposiciones del protocolo de inversión del AfCFTA”, asegura.

“Con políticas comerciales y de inversión adecuadas, el continente puede tener un futuro muy brillante”.

Si África quiere alcanzar sus objetivos comerciales continentales, el desarrollo de capacidades será crucial.

“No puedo insistir lo suficiente en ello”, afirma Haddad, quien añade que también son clave las mejoras logísticas, la mayor transparencia de la normativa y la reducción de la corrupción.

“Debemos ser realistas sobre los obstáculos que hay que superar. Pero los líderes africanos, la sociedad civil y la comunidad empresarial entienden los obstáculos mejor que nadie y tienen la voluntad y el empuje para superarlos”, asegura.

De cara al futuro, Haddad es optimista sobre el éxito de África.

“Es un momento muy emocionante para África. Tiene un enorme potencial humano”, afirma entusiasmada. “Con las políticas comerciales y de inversión adecuadas, el continente tendrá un futuro muy brillante”, concluye.

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