La empresaria Gina Diez Barroso es una de las mujeres más poderosas en los negocios en México; es presidenta y directora general de Diez Holdings, presidenta de la Universidad CENTRO y Dalia Empower, y continúa abogando a nivel internacional por el reconocimiento del género femenino y su activismo por la educación.
Gina cuenta a The CEO Magazine el origen de Dalia Empower, una organización global fundada en 2018. Se trata de una plataforma educativa que se especializa en life skills, (soft skills o habilidades blandas), las cuales no suelen formar parte de los programas universitarios. Estas habilidades, como resiliencia, empatía, pensamiento crítico, creatividad o colaboración, entre otras, han sido identificadas por estudios de McKinsey, LinkedIn y el World Economic Forum como cruciales para el desarrollo profesional.
“Dalia nació de una realidad que he visto toda mi vida: las mujeres tenemos talento, preparación y ambición, pero muchas veces nos frenamos a nosotras mismas”.
“Dalia nació de una realidad que he visto toda mi vida: las mujeres tenemos talento, preparación y ambición, pero muchas veces nos frenamos a nosotras mismas. Nos cuestionamos si somos lo suficientemente buenas, si estamos listas, si es el momento correcto. Ese autosabotaje nos impide dar el siguiente paso. Por eso creé Dalia, para que más mujeres rompan esas barreras mentales, se preparen, confíen en su voz y tomen su lugar en la mesa, cualquiera que sea la mesa”, comenta.
Según OCC Mundial, siete de cada 10 empresas consideran que las life skills hacen competitivas a las personas. Gina Diez Barroso, miembro del Consejo de Administración del Banco Santander a nivel global, así como del Consejo de la Bolsa Mexicana de Valores, explica el papel que juegan las habilidades blandas para que las mujeres puedan destacar en el mudo empresarial.
“Las soft skills no son un lujo, son una necesidad. Puedes ser la mejor en tu industria, pero si no sabes negociar, hablar con seguridad, o vender tu idea, te quedarás atrás. Para las mujeres esto es aún más crítico, porque muchas veces dudamos de nuestro valor y nos cuesta pedir lo que merecemos. Nos enseñaron a ser perfectas, cuando lo que necesitamos es ser valientes. Aprender estas habilidades nos da la seguridad de que no tenemos que esperar a que nos den oportunidades, podemos crearlas nosotras mismas”, señala.
El liderazgo inclusivo se enfoca en reconocer, valorar y aprovechar la diversidad dentro de un equipo u organización, es aquel que abre la puerta a todas las voces y entiende que la diversidad no es solo una meta, sino una ventaja competitiva. Para Gina Diez Barroso, no basta con decir que somos inclusivos, hay que demostrarlo con hechos.
“Puedes ser la mejor en tu industria, pero si no sabes negociar, hablar con seguridad, o vender tu idea, te quedarás atrás”.
“Un buen líder no solo brinda oportunidades, también crea un ambiente donde la gente se siente segura de levantar la mano, de cuestionar, de aportar. Cuando las personas se sienten vistas y escuchadas, trabajan con más compromiso, más creatividad y más impacto, y esto no es solo un tema de justicia social, es bueno para el negocio. Los equipos diversos toman mejores decisiones, generan más innovación y aumentan la rentabilidad. Según McKinsey, las empresas con mayor diversidad de género en su liderazgo tienen un 25 por ciento más de probabilidades de obtener una rentabilidad superior al promedio de su industria”, indica.
Las empresas que adoptan el liderazgo inclusivo están mejor posicionadas para prosperar en un entorno empresarial globalizado y diverso, obteniendo ventajas estratégicas que les permiten mantenerse competitivas y sostenibles a largo plazo, al igual que a sus colaboradores.
“Lo que hacemos dentro de nuestras empresas marca la pauta para la sociedad. Si desde el liderazgo empresarial promovemos inclusión, equidad y oportunidades para todos, estamos sentando bases que después se pueden reflejar en apoyar familias más fuertes, comunidades más equitativas y en un futuro más sostenible. No es solo importante, es vital”, señala.
Por otra parte, la brecha salarial es una de las principales barreras para la igualdad de género. Según el INEGI, en México, el 42.47 por ciento de las mujeres que trabajan ganan un salario mínimo o menos, por lo que se requieren estrategias para no limitar las oportunidades económicas de las mujeres.
“El liderazgo inclusivo es aquel que abre la puerta a todas las voces y entiende que la diversidad no es solo una meta, sino una ventaja competitiva”.
“Lo primero es entender que la brecha salarial no es una percepción, es una realidad, y cambiarla requiere de acciones concretas: transparencia salarial, más mujeres en puestos de liderazgo y educación financiera desde jóvenes. También hay que trabajar en lo interno: muchas veces las mujeres no negociamos nuestros sueldos por miedo a parecer “ambiciosas” o “agresivas”. Necesitamos romper con esa culpa y entender que pedir lo que merecemos no es un capricho”, indica.
La retención de talento es un tema crucial para las empresas, ya que está directamente relacionado con el éxito y la sostenibilidad a largo plazo de la organización. Las políticas de diversidad, equidad e inclusión, ayudan a favorecer las acciones que una organización implementa para mantener a sus trabajadores más valiosos.
“Las empresas con políticas de equidad retienen mejor a su talento y tienen equipos más productivos. Pero no basta con ponerlo en un documento, hay que implementarlo de verdad. No es inclusión si solo hay una mujer en la mesa. No es equidad si hay un 50 por ciento de mujeres colaboradoras en la empresa, pero ninguna en áreas de toma de decisiones. No es equidad si las mujeres siguen ganando menos por el mismo trabajo. Y no es diversidad si la gente no siente que puede ser auténtica, sin miedo a ser excluida. El verdadero compromiso con la equidad significa tener mujeres en puestos de liderazgo, donde puedan tomar decisiones clave. Las políticas de inclusión deben ser visibles y efectivas en todos los niveles, no solo en las cifras, sino también en la cultura de trabajo. Eso es lo que crea un entorno donde cada persona puede contribuir con lo mejor de sí misma”, comparte.
“No es equidad si hay un 50 por ciento de mujeres colaboradoras en la empresa, pero ninguna en áreas de toma de decisiones”.
Para Gina Diez Barroso, ante un escenario de incertidumbre y cambios, la resiliencia no consiste en aguantarlo todo, sino en adaptarse sin perder el rumbo.
“Para que un equipo sea realmente resiliente, primero debe sentirse seguro. Si las personas tienen miedo a equivocarse, no innovan; si no sienten que su voz importa, no se comprometen. Como señala Simon Sinek, un líder no solo dirige, sino que inspira y protege a su gente, creando un entorno donde equivocarse sea parte del aprendizaje y no un motivo de castigo. Además, la diversidad juega un papel fundamental; según McKinsey, los equipos diversos logran un 87 por ciento de mejora en la toma de decisiones, y las empresas con representación equilibrada de género en sus consejos de administración alcanzan un 60 por ciento más de cumplimiento de metas. Incluso, pueden aumentar sus ingresos en un 20 por ciento gracias a la innovación que surge de nuevas perspectivas. Fortalecer a nuestros equipos implica liderar con el ejemplo, fomentar un ambiente de confianza y reconocer que la diversidad no es solo un valor ético, sino una ventaja competitiva”, dice.
“Cuando las personas se sienten vistas y escuchadas, trabajan con más compromiso, más creatividad y más impacto”.
Gina Diez Barroso, representante de México ante el G20 Empower, comparte a The CEO Magazine su estrategia para sobrellevar el balance entre la vida personal y la laboral.
“El balance perfecto no existe, y está bien. Nos han hecho creer que si no estamos en todo, estamos fallando. Pero la realidad es que no se trata de hacerlo todo, se trata de elegir lo que realmente importa en cada momento. Hay días en los que el trabajo necesitará más de ti y otros en los que tu familia será la prioridad. Y eso no significa que estés fallando en un área u otra, significa que eres humana. Dejemos de cargar con la culpa de no ser perfectas y empecemos a celebrar el esfuerzo que hacemos todos los días”, concluye.