El día que el tricampeón mundial de surf Mick Fanning golpeó a un gran tiburón blanco quedó grabado en la memoria de cualquiera que haya visto el ataque en vivo por televisión o en la cobertura mediática global.
El 19 de julio de 2015, el icónico australiano competía en la final del J-Bay Open en Sudáfrica, cuando el depredador de tres metros se enredó en el cordón de su tabla de surf antes de atacarlo. Mientras se agitaba salvajemente, Fanning lanzó un gancho derecho, golpeándolo directamente en la nariz.
Afortunadamente, escapó ileso, pero el aterrador incidente tuvo un efecto más profundo en él de lo que muchos pensaron.
En una entrevista con The CEO Magazine, el gran surfista de 42 años, revela cómo ese encuentro fue una de las principales razones por las que se retiró del tour ese año, haciéndole reevaluar sus prioridades y analizar cómo podría llevar su vida después de haber llegado a su última ola competitiva.
Ocho años después, su perspicacia empresarial le ha ayudado a acumular una fortuna de 13 millones de dólares de una serie de inversiones lucrativas y en ocasiones, sorprendentes, que van desde cerveza artesanal, bloques de apartamentos y tablas de surf ecológicas hasta un suplemento de algas para el ganado, alimento para perros sostenible y un entrenamiento de pilates.
“Ser un atleta profesional me enseñó muchas habilidades que son útiles en el mundo empresarial”, dice Fanning, después de participar en el reciente Congreso Global de Emprendimiento en Melbourne, una reunión anual de fundadores de startups, inversores, formuladores de políticas y líderes empresariales.
“Ambos requieren mucho trabajo y dedicación. Necesitas ser lo suficientemente humilde para saber dónde tienes que mejorar. Muchos de los mejores deportistas son en realidad marcas, así que están trabajando del lado empresarial sin darse cuenta”, comparte.
“Ser un atleta profesional me enseñó muchas habilidades útiles en el mundo empresarial”.
Fanning se dio cuenta de la fortaleza de su marca desde temprana edad. El más joven de cinco hermanos criados por una madre soltera, aprendió a surfear a los tres años en las aguas de Brown Bay, Australia del Sur, donde son comunes los avistamientos de grandes tiburones blancos. Su talento le aseguró un patrocinio de Quiksilver antes de su cumpleaños número 13.
“Cuando era joven sólo quería surfear, así que me tomó un tiempo entender que todo el asunto del patrocinio era parte de mi trabajo. Nunca fue mi parte favorita, pero descubrí cómo encajar en todas las reuniones. Así es como construyes tu perfil”, dice.
A las marcas que pagaron por él para respaldar sus productos realmente les valió la pena.
Ganó su primera competencia en 2001 a los 20 años y se unió a la Asociación de Profesionales del Surf (ASP) World Tour un año después. Fue coronado campeón mundial en 2007, 2009 y 2013, y ganó un total de 22 eventos de la Liga Mundial de Surf, siendo frecuentemente denominado uno de los mejores surfistas de todos los tiempos. Incluso mantuvo un récord ganador en sus enfrentamientos con Kelly Slater, once veces campeón mundial.
Pero luego vino el año que describe como el peor de su vida, y no sólo por el susto del tiburón.
Estuvo en juego el título mundial, se separó de su esposa Karissa y perdió a su hermano Peter, quien murió debido problemas de corazón. Diecisiete años antes, otro hermano, Sean, también un talentoso surfista listo para unirse al tour mundial, había muerto en un accidente de coche.
Con su ánimo y confianza afectada, se tomó un descanso del tour, inicialmente pasando la mayor parte de su tiempo negándose a salir de su casa. Estaba seguro de que su carrera había terminado.
“Para finales de ese año, sentía que no tenía nada más que dar. No tenía idea de qué iba a hacer. Probé algunas cosas que estaban fuera de mi zona de confort y esperaba encontrarme a mí mismo de nuevo. Esa sensación de incomodidad me ayudó a aprender mucho sobre quién era y en qué podía invertir mi tiempo”, recuerda.
Lo primero que impulsó fue la cerveza artesanal. Co-fundó una cervecería con algunos compañeros surfistas y lanzó una cerveza a la que bautizó ‘Balter’, Fanning estuvo involucrado desde el principio, asesorando sobre el sabor, concibiendo el diseño de las latas e incluso limpiando el piso alrededor del equipo de fermentación y los barriles.
Fue un gran éxito, en dos años el producto se servía en 700 locales en toda Australia.
En ese momento, Fanning había intentado regresar al surf, pero descubrió que ya no tenía la motivación que lo había impulsado a tales alturas. Así que en 2018 anunció su retiro.
Por otra parte, su éxito empresarial le había abierto un mundo de posibilidades.
“Me ayudó a pensar en mi vida cuando ya no estuviera compitiendo. No fue fácil porque el surf lo era todo y el océano siempre había sido mi lugar de curación. Pero alejarme por unos meses me permitió pensar en el hecho de que estaba envejeciendo, y darme cuenta de que no perdería toda mi identidad cuando ya no estuviera en el tour. También hizo que fuera más fácil dejarlo porque podía ver que todavía había cosas divertidas que hacer en el mundo corporativo y mucho por aprender”, recuerda.
Él era un aprendiz rápido. Tres años después de su lanzamiento, Balter atrajo la atención de Carlton & United Breweries, quienes lo adquirieron por una asombrosa suma de 128 millones de dólares estadounidenses, lo que le atribuyó a Fanning un retorno de 2.5 millones de dólares en su inversión.
El estatus de Fanning como leyenda del surf significó que una serie de patrocinadores de primer nivel, incluyendo Red Bull y Mercedes-Benz, retuvieran sus servicios como embajador. También fue un orador corporativo muy solicitado, ganando sumas de seis cifras por cada compromiso. Mientras tanto, Rip Curl mostró su confianza en la Marca Fanning al firmarlo en un acuerdo multimillonario de 10 años en 2019.
Sin embargo, la empresa más cercana a su corazón siempre ha sido Mick Fanning Softboards, una colaboración con su amigo surfista Mark Mathews en torno a una nueva tabla revolucionaria de espuma y fibra de carbono.
“Busca personas en las que confíes y que admires, y hazles un millón de preguntas”.
“Mi nombre está en las tablas, así que probablemente dedico más tiempo a ellas que a cualquier otra cosa. Hablo con los chicos todo el tiempo y actúo como un consejero, ya que los productos son genuinamente revolucionarios y evolucionan constantemente. Acabamos de presentar la primera tabla de surf certificada como ecológica, lo cual es realmente emocionante para nosotros, ya que generalmente no son lo mejor para el medio ambiente. Está construida con una resina diferente y plásticos reutilizados”, indica.
Esa pasión por las empresas amigables con el planeta lo inspiró a respaldar la marca de comida para perros Scratch y la compañía de biotecnología Sea Forest, una granja de algas que utiliza tecnología verde para producir alimento para animales. También invirtió en una cadena de restaurantes de hamburguesas, un polvo de proteína proveniente de los Andes y una red de estudios fitness, sin mencionar una importante cartera de propiedades.
“Me gusta la diversidad. Pero sólo invierto en cosas que yo mismo usaría; o, en el caso de Scratch, que a mi perro le gusta. Para mí, los negocios son intuitivos. No me enredo en los detalles minuciosos ni estudio los números, miro a las personas involucradas y si congenio con ellas”, comenta.
Cerrar un trato comercial, dice, le da la misma emoción que antes le daba montar una ola de 10 metros.
“Es muy diferente, pero siento los mismos nervios y ansiedad de antemano. Y siento una verdadera emoción cuando veo a personas talentosas trabajando para ser la mejor versión de sí mismas. Mi consejo para un emprendedor que está comenzando es encontrar personas en las que realmente confíes y admires, y hacerles un millón de preguntas. Luego, simplemente hazlo y cree en ti mismo. Siempre habrá alguien que diga que no puedes hacerlo, que no funcionará, pero si tú crees en ello, puedes hacer que las cosas sucedan”, señala.
En algunas áreas del mundo empresarial vemos más tiburones que en una típica sesión de surf.
“Bueno, digamos que hay algunas personas con las que no querrías seguir haciendo negocios. ¿Pero sabes qué?, eso es parte de ello y así es como aprendes lo que te gusta. Soy bastante nuevo en esto, así que todavía estoy aprendiendo cómo eliminar el lado personal de las cosas y concentrarme en lo que hace crecer una marca y cómo puedo ayudar a las personas a tener éxito”, dice.
Fanning indica que no está buscando activamente nuevas empresas, y está decidido a que los compromisos corporativos nunca afecten lo que más valora: pasar tiempo con su prometida, Breanna, y su hijo de tres años, Xander.
“En los próximos 20 años, quiero llevar a mi familia de viaje de surf y trabajar lo menos posible. Me encantaría mostrarles el mundo que tuve la suerte de explorar como surfista profesional”, comenta.
¿Pero seguirá Fanning Jr. los pasos de su padre? ¿Podría estar próxima una patrocinación de Rip Curl?
“Eso dependerá de él. ¿Pero sabes qué?, ahora mismo no está interesado en el surf. Simplemente le encanta ir a la playa y saltar en las olas”, indica.
“Siempre he sido un gran admirador de cómo Roger Federer se ha conducido tanto en una cancha de tenis como en sus acuerdos comerciales. Realmente admiro cómo colaboró en todo lo relacionado con su logotipo RF y siempre se comporta de una manera muy humana, tratando a las personas con respeto. Está bien mostrar tus sentimientos, nadie tiene que actuar como un robot”, dice.
A pesar de haberse retirado hace más de 12 meses, Federer gana más del doble que cualquiera de sus antiguos rivales, 95 millones de dólares este año.
Los 10 deportistas retirados más ricos de 2023: