El templo Shitennō-ji es uno de los templos budistas más importantes de Osaka. Construido en el siglo VI durante el reinado del príncipe Shotoku, se ha mantenido firme mientras los altos edificios de la ciudad moderna se alzaban sobre él. Por supuesto, la estructura no ha sobrevivido más de un milenio sin apoyo y cuidados: la reconstrucción más reciente fue en 1963.
Los visitantes del templo alaban su serenidad y espacio en medio del ajetreo de la tercera ciudad más grande de Japón. Sin embargo, un dato que quizá no se lleven de su visita es que la empresa que construyó el templo también sigue en pie. Fundada en el año 578 con el templo Shitennō-ji como su primer proyecto, Kongō Gumi es considerada la empresa más antigua del mundo, tiene la asombrosa cifra de 1445 años de antigüedad y contando.
Lo que es igualmente asombroso es que Kongō Gumi no está sola. El hotel más antiguo del mundo, según el Libro de Récords Guinness, también está en Japón. Nisiyama Onsen Keiunkan es un hotel onsen (de aguas termales) que abrió sus puertas en la prefectura de Yamanashi, a las afueras de Tokio, en el año 705. La casa de té más antigua del mundo, Tsuen Tea, sirvió su primera infusión en Tokio en 1160. Además, la empresa más antigua que cotiza en la bolsa japonesa es Matsui Kensetsu, una constructora que data de 1586.
En Japón, más de 52,000 empresas tienen más de un siglo de antigüedad. De esa cifra, 1938 han sobrevivido para soplar 500 velas en su tarta de cumpleaños y 21 han funcionado durante más de mil años, según una investigación realizada por el profesor Toshio Goto, catedrático de Investigación de la Universidad de Economía de Japón. En 2008, el Banco de Corea realizó un estudio internacional de 5,586 empresas de más de 200 años y descubrió que más de la mitad (el 56 por ciento) estaban en Japón.
Si tenemos en cuenta que la vida media de una empresa de la lista 500 de S&P es inferior a 18 años, cabe preguntarse cuál es la salsa secreta en Japón.
La respuesta corta podría ser tan simple como el tipo de TLC (Tender Loving Care o cariño y cuidado) dado al templo Shitennō-ji. La respuesta larga, sin embargo, encierra muchas más lecciones empresariales para los líderes de todo el mundo.
Colectivamente, las empresas con más de 100 años de antigüedad se denominan shinise. Más allá de sus implicaciones de desafío a la edad, el término conlleva importantes connotaciones en torno a la confianza y la riqueza.
Una característica común de muchas de estas empresas es que son de propiedad familiar. “El concepto de familia tiene una influencia increíblemente fuerte en las empresas japonesas, tanto grandes como pequeñas”, explica a The CEO Magazine Masako Eguchi-Bacon, directora general de Oceanbridge Management, nacida en Japón. “Históricamente, la sucesión de los miembros de la familia, sobre todo del primer hijo, ha sido algo normal en los negocios”, asegura.
Los japoneses también tienen una palabra para esto: ie. “Ie significa literalmente casa u hogar, pero en un contexto empresarial se trata de mantener vivo el apellido”, explica Eguchi-Bacon, cuya empresa apoya a las empresas transfronterizas.
Como este concepto de ie está tan arraigado en la cultura empresarial del país, rara vez existe una mentalidad cortoplacista. El respeto de los valores fundamentales, transmitidos de generación en generación, es primordial en cualquier proceso de toma de decisiones.
En esencia, la tradición y la estabilidad se anteponen a los beneficios y el crecimiento para estas empresas reacias al riesgo, una cuarta parte de las cuales tiene suficiente dinero en reserva para financiar los dos próximos años de operaciones.
Es esta visión a largo plazo la que ha permitido a estas empresas sortear catástrofes naturales, guerras y, más recientemente, la pandemia de COVID-19. Esta perspectiva también significa que las empresas de shinise nunca pierden de vista su relación con las partes interesadas ni su papel en la comunidad en general.
Aunque muchas shinise son pequeñas empresas como hoteles, casas de té y tiendas de dulces, algunas son nombres muy conocidos. Nintendo se fundó en 1889 en Kioto para fabricar naipes; Suntory data de la apertura de una tienda de vinos independiente en Osaka en 1899; y Kikkoman nació en 1917 con la fusión de ocho empresas familiares de salsa de soya (aunque una de ellas empezó a fabricar salsa de soya desde el siglo XVII).
Estas empresas han sabido equilibrar la prudencia con la diversificación. Aunque ninguna empresa puede sobrevivir sin evolucionar con los tiempos, las shinise adoptan un enfoque mesurado del crecimiento, buscando expandirse dentro de los límites de su estructura original. Puede que Nintendo ya no fabrique naipes, pero sigue en el negocio de los juegos, por ejemplo. Tal y como lo ha descrito Goto, el éxito de la diversificación siempre está ligado al negocio original, y no a algo no relacionado.
Si ie es lo que impulsa a una shinise, ¿qué ocurre cuando no hay un sucesor aparente o si el heredero no está dispuesto a asumir el papel? Es un reto que las empresas japonesas han resuelto tradicionalmente con herederos adoptivos, o la práctica de adoptar sucesores adecuados fuera de la familia.
El liderazgo de algunas de las empresas japonesas más famosas ha pasado a la siguiente generación de esta forma: Panasonic, Toyota y Suzuki, cuyo actual presidente, Osamu Suzuki, es el cuarto hijo adoptivo que desempeña este papel. Tradicionalmente, los herederos adoptivos han sido sólo hombres, aunque Eguchi-Bacon dice que ha observado que ahora el legado puede pasar a mujeres de la misma manera.
Sin embargo, no es ningún secreto que la población japonesa está envejeciendo. Datos recientes del gobierno sugieren que el 10 por ciento de la población tiene ahora 80 años o más. “Cada vez es más difícil para las empresas encontrar e identificar a los atotsugi o sucesores adecuados”, afirma Eguchi-Bacon.
Durante un tiempo, la etiqueta atotsugi se asoció a la presión de seguir un camino predefinido en la vida que a menudo no se deseaba, pero ahora roza lo cool. Esto se debe, como explica Eguchi-Bacon, a que la nueva generación es más arrogante.
A menudo se ha criticado el clima de creación de empresas en Japón por su lentitud, quizá porque una cultura que promueve la longevidad empresarial también cultiva el miedo al fracaso. Ahora, sin embargo, startup y shinise son palabras que se pronuncian en la misma frase, ya que los líderes actuales por fin se sienten autorizados a aplicar las lecciones empresariales a las empresas tradicionales para garantizar la continuidad de su legado, y con esto, parece que ya se están escribiendo las primeras páginas del próximo capítulo de los negocios centenarios de Japón.