Regresar
Farkhunda Muhtaj, futbolista profesional y activista social, sabe de primera mano cómo el deporte puede mejorar la vida de las comunidades vulnerables.

Como capitana de la selección afgana de fútbol femenino, Farkhunda Muhtaj pasó el verano de 2021 preparando la participación del equipo en la fase de clasificación para la Copa Asiática Femenina de la AFC.

Mientras un ojo estaba en la estrategia del torneo, tenía el otro puesto en el avance de los talibanes en el país del que su familia huyó justo antes de que ella naciera en 1997.

“Sobre el terreno, todo el mundo confiaba en que los talibanes no volverían a tomar Kabul”, recuerda de aquella época.

“Jugar al fútbol es cambiar las normas de género en Afganistán y ayudar a empoderar a mujeres y niñas”.

Muhtaj llegó a Canadá con dos años de edad. Seleccionada por primera vez para el equipo nacional en 2016, fue una de las jugadoras procedentes de la diáspora afgana. La otra mitad del equipo procedía del interior del país.

“La actitud de todos era de no preocuparse, que todo iría bien”, dice.

Todo cambió de la noche a la mañana el 15 de agosto de 2021, cuando los talibanes irrumpieron en Kabul.

“Inmediatamente, el secretario de la federación de fútbol femenino se puso en contacto conmigo y me dijo que los talibanes habían visitado sus oficinas, exigiendo fichas de jugadoras”, explica. “Les dijeron que las jugadoras habían salido en los medios de comunicación y que ese perfil significaba que no tenían futuro en el país”, asegura.

Con las vidas de sus compañeros de equipo en peligro, Muhtaj, que entonces sólo tenía 23 años, sabía que tenía que actuar, aunque no estaba segura de qué forma lo haría.

Tras ponerse en contacto con ONGs y organismos humanitarios con escaso éxito, respondió a una llamada de su mentora, la ex seleccionada nacional de fútbol femenino de Irán, Katayoun Khosrowyar, quien le preguntaba cómo podía ayudar.

“Fue capaz de ponerme en contacto con funcionarios del gobierno estadounidense”, dijo. “Y estaban dispuestos a apoyarme”, agregó.

Desde su casa en Canadá, Muhtaj pudo organizar la evacuación de sus compañeras afganas a Portugal en lo que se conocería como Operación Balones de Fútbol.

Aunque el equipo ha perdido toda su oficialidad, las jugadoras siguen reuniéndose en concentraciones en Portugal (a menudo patrocinadas por donantes privados o empresas) a la espera de que llegue el día en que la FIFA les dé el visto bueno para volver a los terrenos de juego.

Detrás de escena, Muhtaj hace campaña por su reincorporación. “En este momento, estamos operando de forma no oficial, de modo que cuando tengamos luz verde, estemos preparadas para aparecer en el escenario mundial”, afirma.

Ciudadana activa global

Muhtaj habla con The CEO Magazine desde Holanda, donde actualmente juega como centrocampista en el Fortuna Sittard de la liga femenina de fútbol Eredivisie.

Aparte de sus compromisos sobre el terreno, es directora de Conciencia y Cultura del Respect Group Inc., Embajadora Humanitaria para Afganistán de Penny Appeal Canadá y Ashoka Young Changemaker, entre otras causas sociales.

Se describe a sí misma como “futbolista profesional y activista social que utiliza el deporte para ayudar a influir en la vida de grupos vulnerables”, o, en otras palabras, una “ciudadana activa global”.

“Soy alguien comprometida con su propósito, que es ayudar a marcar la diferencia en el mundo”.

“Soy alguien comprometida con su propósito, que es ayudar a marcar la diferencia en el mundo”, explica. “Eso viene del hecho de que soy inmigrante en Canadá. Mis padres vinieron como refugiados. Así que conozco las luchas por las que han pasado generaciones de afganos y quiero ayudar a aliviar algunas de ellas”, señala.

Al crecer, siempre supo que jugar al fútbol era un privilegio derivado de su fe, el islam.

“En mi familia, la fe está por encima de la cultura”, dice. “Tenemos un ambiente de igualdad de género”, asegura.

Sus padres animaban a sus siete hijos, fueran niñas o niños, a ir a la mezquita o a asistir a clases particulares.

“Todo lo que hacían mis hermanos, lo hacía yo, y viceversa” , explica. Eso incluía el fútbol.

“Jugar al fútbol es cambiar las normas de género en Afganistán y ayudar a empoderar a mujeres y niñas”.

También fue consciente desde el principio de que este deporte era algo más que un juego.

“A medida que crecía, empecé a utilizar cada vez más el deporte para influir en la sociedad”, afirma, y señala que la luz se encendió cuando representó por primera vez a su país. “Me hizo ver que jugar al fútbol es cambiar las normas de género en Afganistán y ayudar a empoderar a mujeres y niñas. Enviamos el mensaje de que, si crees y te apasiona algo, entonces debes ir y alcanzar esos sueños”, asegura.

Construyendo puentes

En medio de sus compromisos sobre el terreno, Muhtaj ha encontrado tiempo para completar dos licenciaturas en ciencias y educación en la Universidad York de Toronto y dar sus primeras lecciones en el aula.

Cuando la pandemia de COVID-19 asoló el mundo por primera vez en 2020, vio cómo los refugiados y los recién llegados se veían afectados de forma desproporcionada en Canadá y se sintió impulsada a actuar. Scarborough Simbas fue la respuesta.

“Es un programa recreativo gratuito creado para garantizar que los recién llegados y refugiados tengan un lugar donde refrescarse física y mentalmente”, explica.

Cada semana, jóvenes musulmanes son acogidos en un entorno integrador donde comparten comidas, juegan al fútbol y aprenden técnicas de liderazgo.

“Queremos ayudarles a adquirir aptitudes transferibles que puedan aplicar en el lugar de trabajo en el futuro”, afirma.

Hablando del futuro, Muhtaj dice que no piensa jugar al fútbol para siempre. “Amo el fútbol”, reflexiona. “Pero en la próxima década, planeo una transición suave lejos del campo, sin embargo, quiero seguir utilizando el deporte para construir puentes y comunidades”, señala.

“Me gustaría ayudar a cambiar las políticas que perjudican a los grupos vulnerables y, obviamente, utilizar el poder del deporte para ayudarles a construir su futuro”.

El siguiente paso ideal serían las grandes organizaciones mundiales: FIFA, UEFA o ACNUR son los nombres que menciona. “Me gustaría ayudar a cambiar las políticas que perjudican a los grupos vulnerables y, obviamente, utilizar el poder del deporte para ayudarles a construir su futuro”, afirma.

Desarrollado en colaboración con Ashoka, el INKEY Impact Fund está dirigido por jóvenes agentes de cambio, entre ellos Muhtaj, y ha financiado organizaciones dirigidas por jóvenes y centradas en jóvenes de todo el mundo. Muhtaj encaja a la perfección con la misión de Ashoka de reunir y apoyar a los principales emprendedores sociales del mundo.

“Es un honor poder ayudar a cambiar las políticas o informar a las organizaciones de cómo pueden hacer un mejor trabajo para garantizar que los jóvenes participen, que sus voces sean escuchadas y que tengan la plataforma para construir el cambio”, asegura.

Lecciones deportivas

¿Qué lecciones del fútbol han influido en Muhtaj fuera del terreno de juego?

“Nunca te rindas”, responde. “Es muy tópico, pero realmente creo que nada es imposible y que nunca sabrás lo que puedes conseguir si no emprendes las acciones y das los pasos necesarios para lograrlo. Mi mentalidad viene definitivamente del deporte, sobre todo de no parar hasta que terminan los 90 minutos. Sigues empujando porque nunca sabes realmente lo que va a pasar al final”.

Volver al principio