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Esta no muy conocida pero intrigante ciudad del sudeste asiático se ha convertido en sinónimo de lujo.

Una barca de madera surca las fangosas aguas del Mekong, con su casco cortando la suave estela. El sol poniente es de un naranja ardiente, a juego con las túnicas de los monjes que deambulan por las calles de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En Luang Prabang, las puestas de sol no son algo cotidiano, sino todo un acontecimiento. Cientos de personas reclaman un codiciado asiento junto al río Mekong o suben a bordo de los lujosos barcos de los hoteles para contemplar cómo el sol se funde con las montañas.

Antiguo enclave colonial francés, los efectos de su dominio son más evidentes en su majestuosa arquitectura yuxtapuesta a los dorados templos laosianos. Incluso actualmente, es fácil encontrar restaurantes y bares franceses entre los animados mercados nocturnos y cafés repletos de toda la región.

Pero la capital cultural y espiritual de Laos es, sin duda, Luang Prabang.

Los viajeros intrépidos se enamorarán de sus palmeras ondulantes, sus tiendas textiles de las tribus de las colinas y su relajado estilo de vida. Luang Prabang, que años atrás se consideraba un adorado lugar para mochileros, ahora acoge refugios de lujo en lugar de albergues.

Su oferta hotelera de lujo es impresionantemente abundante para una ciudad tan pequeña y soñolienta, y se rumora que pronto abrirán sus puertas más marcas. Aquí tienes seis de los mejores lugares para alojarte en tu viaje a Luang Prabang.


Situada ligeramente fuera del distrito turístico, esta finca bordeada de flores frangipanis con tranquilos estanques de nenúfares y palmeras ondulantes es una escapada ideal. Desde su piscina infinita de agua dulce, los huéspedes pueden disfrutar de vistas despejadas del dorado monte Phousi con un coctel en la mano.

Sus 34 suites son sorprendentemente espaciosas y están hechas enteramente de madera de teca local. Las maderas oscuras combinan a la perfección con los tejidos artesanales de las tribus de las colinas y las camas con dosel. Cada suite tiene un balcón privado con camastros laosianos y vistas a una extensa plantación de cocoteros.

Además de su piscina digna de una foto, destaca su aislado spa. Sus salas de tratamiento, perfumadas con aroma a limoncillo, son el escenario perfecto para auténticas terapias laosianas y el masaje característico del spa, que incorpora antiguas prácticas budistas.

Y aunque los restaurantes de los hoteles pueden ser un éxito o un fracaso, Tam Nan es siempre una delicia. Dirigido por la chef Larisa Vesterbacka, el equipo combina técnicas tradicionales de cocción lenta con los mejores productos de Laos, desde pato hasta berenjenas y queso.


Rosewood Luang Prabang es una impresionante experiencia sensorial. Lo primero que se percibe es el sonido del agua de su cascada natural privada. A continuación, aparece la Gran Casa de diseño colonial francés.

Creada por el diseñador Bill Bensley, asentado en Bangkok, quien se caracteriza por una finesa y elegancia en los detalles de sus propiedades, la Gran Casa está equipada con ladrillos de arcilla negra, muebles amarillo girasol, techos con motivos dorados y caprichosas chimeneas, es un llamativo lugar de reunión para las comidas.

Las 23 habitaciones, suites, villas y tiendas en lo alto de las colinas son igualmente impresionantes. Bautizadas con los nombres de las distintas tribus de las colinas de Laos, cada una de ellas está decorada con colores azules brillantes, suelos estampados en blanco y negro, madera tallada y muebles con motivos de elefantes.

Su piscina ovalada es otro de los atractivos, con vistas a la cascada y las cabañas para descansar. El Elephant Bridge Bar, muy acertadamente bautizado, está situado sobre el río y cuenta con innumerables motivos de elefantes y cocteles elaborados por expertos.


Situado en el centro del casco antiguo de Luang Prabang, la ubicación del hotel es inmejorable. A pesar de su concurrida calle principal, justo enfrente del famoso mercado nocturno, sus interiores son de lo más tranquilos.

Ubicado en el interior de una antigua sección francesa, las habitaciones dan a un patio abierto transformado en un tranquilo oasis junto a la piscina con camastros y a la sombra de un árbol baniano. Sus 53 habitaciones y suites son compactas, con muebles de teca, obras de arte laosianas colgantes, regaderas con azulejos de mosaico azul y, lo mejor de todo, balcones privados.

Su insuperable ubicación lo convierte en el lugar ideal para tomar el sol diariamente al salir, ir de templo en templo antes de que haga demasiado calor y dar un breve paseo hasta la orilla del río para contemplar la puesta del sol. Entre visita y visita, su servicio junto a la piscina es tan agradable como sus bebidas de fruta fresca.

El restaurante del hotel, Main Street Bar and Grill, es un lugar relajado para degustar platillos locales mientras se observa a la gente.


Este majestuoso hotel está a solo unas manzanas del casco antiguo, pero no hace falta caminar para conocer la historia local. Construido en la década de 1920, el hotel fue el hospital regional de Luang Prabang hasta 2005. Caminando por sus bien cuidados jardines hasta llegar a esta obra maestra colonial francesa, nunca lo sabrías.

Sus características puertas con postigos de color verde bosque y sus espaciosos interiores combinan a la perfección la elegancia moderna con el encanto del viejo mundo. Fotos históricas cuelgan de las paredes blancas y limpias, ventanas arqueadas de estilo colonial francés dejan entrar la luz natural y muebles de ratán hechos a mano se sientan encima de baldosas en forma de diamante.

Los elegantes azulejos y las suaves contraventanas verdes se trasladan a sus 24 suites, decoradas con camas con dosel y tinas blancas. Todas las suites tienen terraza privada, y la mayoría incluye piscina privada para refrescarse del caluroso sol laosiano.

Las zonas comunes incluyen una piscina de 26 metros de profundos azulejos color verde esmeralda rodeada de camastros blancos y sombrillas. El spa del hotel, con cuatro salas, incluye baño de vapor y sauna, piscinas de agua caliente y fría, así como una completa carta de tratamientos que incorporan elementos tradicionales.


Enmarcado por dos elefantes gigantes de piedra y un Panther De Ville al estilo Cruella de Vil estacionado en la entrada, no puedes dejar de contemplar este edificio colonial francés. Situado a poca distancia en bicicleta del casco antiguo, el Sofitel Luang Prabang fue la antigua residencia de un gobernador francés.

Sus 25 suites cuentan con techos inclinados al estilo de un ático, coloridos tapices laosianos colgantes, una cama con dosel y una zona ajardinada privada con una espaciosa tina o una piscina privada.

En un guiño a su antiguo residente, el restaurante del hotel se llama Governor’s Grill. Sus creativas zonas para sentarse incluyen una gran carpa al aire libre con lámparas de araña colgantes, muebles de ratán y azulejos de encáustica con bellos diseños hechos a mano. Si los huéspedes prefieren comer adentro, pueden cortar sus filetes en el interior de una de las bibliotecas más grandes de la ciudad.

Cuando los viajeros no están paseando por la ciudad, la piscina de 25 metros del hotel, rodeada de camastros, es ideal para tomar un coco fresco y echarse una siesta por la tarde. O dirígete a Le SPA, con tres salas de tratamiento dentro de una casa tradicional laosiana construida con madera local y baldosas de barro hechas a mano.


Los ondulantes arrozales salpicados de palmeras decoran las 16 hectáreas de este extenso complejo. Aquí, el equipo cosecha su propio arroz para el restaurante del complejo, y se anima a los huéspedes a participar en el proceso de recolección y siembra.

El Pullman Luang Prabang es el mayor complejo turístico de la ciudad, con 123 habitaciones, suites y villas. Los techos abovedados dan sensación de amplitud, y su lujoso mobiliario contemporáneo está pensado para descansar. Los toques artísticos, como los cojines tejidos al estilo laosiano y la decoración de las paredes, añaden un toque local.

Situado a 10 minutos de la ciudad, es un lugar ideal para familias numerosas o viajeros con niños pequeños. Los huéspedes disponen aquí de todas las comodidades que puedan pedir, como restaurante, bar, spa, gimnasio, club infantil y tres piscinas diseñadas para un palacio.

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