El liderazgo efectivo se nutre de la autenticidad y del reconocimiento de las fortalezas innatas propias. Lejos de ser un rasgo inherente, el liderazgo es una habilidad que se perfecciona mediante la comprensión y aplicación de las capacidades únicas de uno mismo.
La percepción común de un “líder nato” a menudo evoca imágenes de un individuo carismático e influyente que cautiva y motiva sin esfuerzo. Sin embargo, este estereotipo pasa por alto la esencia del verdadero liderazgo: la alineación de las fortalezas personales con los objetivos de liderazgo.
Un momento crucial para muchos profesionales es la transición de ser solo un integrante a liderar un equipo. Este cambio requiere una reevaluación de las propias fortalezas, ya que las habilidades que una vez contribuyeron al éxito personal pueden diferir de las necesarias para liderar a otros de manera efectiva. La clave no está en moldearse a sí mismo en una personalidad desconocida, sino en identificar y aprovechar las fortalezas existentes para guiar a un equipo hacia sus objetivos.
Los líderes a menudo caen en la trampa de emular estilos que no se alinean con sus fortalezas inherentes, lo que lleva a una disminución de la confianza, el compromiso y la eficacia.
Los líderes a menudo caen en la trampa de emular estilos que no se alinean con sus fortalezas inherentes, lo que lleva a una disminución de la confianza, el compromiso y la efectividad. De hecho, investigaciones de la Universidad de Illinois sugieren que el 30 por ciento del liderazgo se debe a la genética, mientras que el 70 por ciento se aprende como resultado de las experiencias de vida.
A menudo se ve erróneamente el liderazgo como una fuerza inherente. Sin embargo, como cualquier habilidad, se puede aprender y desarrollar. La verdadera fuerza radica en los procesos de pensamiento, sentimientos y comportamientos naturales de uno. Reconocer y alinear estas fortalezas innatas con las tareas de liderazgo es lo que diferencia a un líder de otro. Este enfoque promueve una variedad de estilos de liderazgo, cada uno eficaz de manera única.
Un ejemplo clásico de esto se observa en Strengths Based Leadership (Liderazgo basado en fortalezas) de Tom Rath y Barry Conchie, que aborda los estilos de liderazgo contrastantes de las figuras históricas Winston Churchill y Mahatma Gandhi.
Cada líder utilizó sus fortalezas únicas para satisfacer las necesidades de su nación. Churchill era audaz y brusco. Gandhi era tranquilo y sereno. Esta vasta diferenciación destaca que el liderazgo no se trata de un enfoque único para todos, sino de comprender el contexto de la situación y aplicar las fortalezas propias en consecuencia. El Reino Unido necesitaba a Churchill en ese momento y situación. India necesitaba a Gandhi en ese momento y situación.
No 30 por ciento del liderazgo se debe a la genética, mientras que el 70 por ciento se aprende como resultado de las experiencias de vida.
En mi propia experiencia, un ejemplo convincente de liderazgo basado en fortalezas es el caso de una gerente que transitó hacia un enfoque basado en fortalezas después de experimentar agotamiento y dudas en sus habilidades de liderazgo. Sus fortalezas clave, como asumir responsabilidades y resolver problemas, inicialmente llevaron a la microgestión.
Sin embargo, al realinear su enfoque para aprovechar estas fortalezas de manera productiva, transformó su estilo de liderazgo, lo que resultó en un mayor empoderamiento del equipo, productividad y satisfacción en su propio trabajo.
En una era donde la transición a roles de liderazgo es común, comprender y utilizar las fortalezas personales y las de los miembros del equipo es esencial. No se trata de ser completo individualmente, sino de crear un equipo completo.
Para comenzar a adoptar el liderazgo basado en fortalezas para ti y tu equipo, sigue este proceso de tres pasos:
Paso uno: Nombrarlo. El viaje hacia un liderazgo efectivo comienza con el paso crucial de reconocer tus talentos inherentes. Esto implica introspección y comprender lo que otros valoran en ti.
Las preguntas que podrías hacerte incluyen: ¿Qué tareas encuentro fáciles mientras otros luchan? ¿Qué actividades me energizan? ¿Cuáles son los elogios consistentes o las solicitudes de ayuda que recibo de otros?
Estas reflexiones ayudan a descubrir tus talentos naturales, que a menudo se pasan por alto ya que se integran sin problemas en tu vida diaria.
Paso dos: Reclamarlo. El desafío a menudo radica en apropiarse de estas fortalezas descubiertas. ¿Por qué es difícil para las personas reclamar sus fortalezas? Una razón podría ser la tendencia humana a subestimar lo que nos llega fácilmente. A menudo pasamos por alto nuestras habilidades naturales porque no requieren el mismo esfuerzo que las habilidades que debemos trabajar duro para desarrollar.
Las normas sociales a veces nos desalientan para reconocer nuestras fortalezas, confundiendo el autoreconocimiento con la arrogancia. Sin embargo, reconocer y abrazar tus fortalezas no es presunción, sino un paso crítico en el liderazgo auténtico. Implica una valoración honesta de lo que naturalmente aportas a la mesa y reconocer que estos atributos son valiosos y únicos.
Paso tres: Dirigirlo. Con una comprensión clara y aceptación de tus fortalezas, el siguiente paso es alinearlas con tus objetivos de liderazgo. Esto significa establecer metas que aprovechen tus habilidades innatas. Considera qué resultados de liderazgo aspiras a lograr y cómo tus fortalezas únicas pueden impulsar estos objetivos.
¿Tus talentos naturales se prestan para inspirar y motivar a otros, pensar estratégicamente o quizás fomentar entornos colaborativos? Al establecer metas basadas en fortalezas, canalizas tus habilidades innatas hacia un liderazgo efectivo, asegurando que tu enfoque no solo sea auténtico, sino también alineado con las necesidades de tu equipo y organización.
El liderazgo efectivo no se trata de adoptar un estilo particular, sino que siempre ha sido y consiste en saber comprender y aprovechar tus fortalezas únicas. Al enfocarse en ellas, los líderes pueden cultivar un estilo de liderazgo genuino y efectivo que resuena con su equipo y se alinea con sus objetivos.
Como se escribió en el South African Journal of Business Management, “Los líderes basados en fortalezas se concentran en la identificación, implementación y desarrollo de sus propias fortalezas y las de sus subordinados, lo que a su vez mejora la efectividad organizacional”.
El liderazgo eficaz no se trata de adoptar un estilo particular, sino que se trata, y siempre ha sido, de comprender y aprovechar las fortalezas únicas de uno.
Ahora más que nunca, el éxito de una empresa depende de líderes que comprendan sus fortalezas personales para unir a un equipo diverso donde las fortalezas de cada miembro se complementen entre sí. Esto lleva a un entorno de trabajo dinámico, ágil y efectivo que puede mantenerse al día con las demandas en constante cambio.
Personalmente he presenciado cómo este enfoque no solo mejora la efectividad del liderazgo individual, sino que también contribuye a un entorno de equipo más dinámico, empoderado y exitoso, y sé que puede hacer lo mismo por ti.
Tania Friedlander
Miembro del Grupo de Colaboradores
Tania Friedlander es entrenadora de liderazgo y alto rendimiento, abogada de profesión y ex atleta campeona. Se ha formado en instituciones líderes mundiales en coaching como la International Coaching Federation Professional Certified Coach (PCC) y Certified Gallup Global Strengths Coach. Impulsada por su pasión por ayudar a las personas a superar sus desafíos, Tania ha entrenado a ejecutivos y líderes emergentes de Google, Facebook, Salesforce, Neiman Marcus, Morgan Stanley y otras empresas líderes, ayudando a más de 300 personas de alto desempeño a encontrar claridad, dirección, aprovechar sus fortalezas, alcanzar sus metas y convertirse en mejores líderes y profesionales. Puedes aprender más en taniafriedlander.com.