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Carissa Reiniger, experta en pequeñas empresas, afirma que las mujeres poseen las aptitudes perfectas para impulsar el futuro de una empresa, pero necesitarán valor y apoyo para alcanzar su potencial en un sistema todavía patriarcal.

No cabe duda de que los avances en materia de igualdad de género son cada vez más evidentes, pero el techo de cristal sigue existiendo, no sólo en las empresas, sino en todos los estratos de la sociedad, incluidas las pequeñas y medianas empresas fundadas y dirigidas por mujeres. Carissa Reiniger, directora general de Small Business Silver Lining, lo comprueba diariamente y afirma que aún queda mucho trabajo por hacer.

“Como mujer líder, se da por hecho que he llegado a donde estoy por mi aspecto o porque me han ayudado, no porque haya trabajado muy duro”.

“Hay tanto ruido sistémico que llega a las mujeres, diciéndonos cuál es y será siempre nuestro lugar: ser cuidadoras y amables. Nos dejamos dominar por esos mensajes más de lo que creemos, y muchas mujeres toman decisiones que ni siquiera son auténticamente suyas, algo que está muy arraigado en la sociedad. Una de las estadísticas más frustrantes que tenemos es que el 65 por ciento de nuestros clientes son mujeres, pero para ellas es más difícil tomar decisiones que para los hombres. Mi misión es llegar al punto en el que las mujeres sean tan rentables como los hombres en los negocios”, explica.

Crear confianza es esencial

La compañía de Reiniger apoya a los propietarios de pequeñas empresas a través de su Plan de Acción Silver Lining (SLAP por sus siglas en inglés), un programa tecnológico basado en datos que brinda apoyo a los usuarios a fijar objetivos definidos y trazar una ruta alcanzable hacia ellos utilizando la psicología del comportamiento. Ha trabajado con más de 14 mil pequeñas empresas en más de 76 países, ayudándoles a ser más rentables y sostenibles.

Pero a diario ve cómo las expectativas y presiones sociales sobre las mujeres están afectando a su trayectoria profesional, señalando que cuando los hombres trabajan en tareas en la aplicación SLAP, las completan, actúan y cierran la sesión en una media de 27 minutos, mientras que las mujeres tardan una media de 93 minutos en realizar la misma tarea.

“Se trata de cuestionarse a sí mismos y preocuparse por cómo nos percibirán los demás; piensa en eso durante un año. Cuando tardas tres veces más en hacer las mismas cosas, la ansiedad mental es agotadora, ya que tienes menos tiempo para ser productivo y conseguir logros. Creo que como mujeres, tenemos que hablar abiertamente de lo que hemos vivido y darnos permiso para ir por ello, hacer lo que queramos y ser quienes queramos. Creo que esto puede ocurrir cuando escuchamos las experiencias vividas por otras mujeres que sienten lo mismo y han sido capaces de abrirse camino”, indica.

“Ahora, las mujeres empresarias están mejor preparadas para triunfar que sus homólogos masculinos”.

De hecho, Reiniger cree que el conjunto de aptitudes femeninas está excepcionalmente dotado para los negocios del futuro, si las mujeres supieran reconocerlo.

“Somos exactamente el tipo de personas que necesitan dirigir empresas en un momento en el que hay tanta incertidumbre en el mundo. Las mujeres empresarias están mejor preparadas para triunfar en este momento que sus homólogos masculinos”, señala.

Reiniger cree que replantear las exigencias de crear y dirigir una empresa sería una forma inteligente de animar a más mujeres a dar el paso.

“Una de las cosas que más me gustaría que supieran las mujeres es que una de las formas más increíbles de cuidar del mundo es ganar dinero, ser rentable, sostenible, y crear puestos de trabajo. Disminuir la ambición empresarial o financiera no nos capacita para atender a más personas, sino todo lo contrario. Realmente creo que la forma en que podemos cambiar el mundo es a través de las empresas, y las pequeñas empresas son fundamentales. Las mujeres empresarias son increíblemente poderosas y están perfectamente equipadas para el nuevo mundo en el que vivimos”, dice.

Apoyar el cambio

Con formación en psicología y 20 años de experiencia en la creación de empresas sin utilizar capital de riesgo, así como en la puesta en marcha y dirección de cambios sistémicos en todo el mundo, Reiniger sabe que el cambio lleva su tiempo. Reconoce que ella también se ha enfrentado a los mismos retos que los participantes en su programa.

“Disminuir la ambición empresarial o financiera no nos capacita para atender a más personas, sino todo lo contrario”.

Como miembro de la comunidad de liderazgo global YPO, Reiniger, que ha sido nombrada recientemente una de las galardonadas con el Global Impact Award de YPO, está decidida a desafiar las antiguas ideas y ayudar a impulsar el cambio para apoyar tanto a las pequeñas empresas como a las mujeres.

“No hay muchas mujeres en YPO, y no es culpa suya, porque representa lo que ocurre en el mundo, donde los hombres siguen ostentando cantidades significativas de poder y puestos de liderazgo. En YPO los hombres han apoyado increíblemente mi liderazgo. Creo que como mujer líder, se da por hecho que he llegado a donde estoy por mi aspecto o porque tal vez alguna persona me ayudó, no porque haya trabajado muy duro. El regalo que me ha brindado mi trabajo en YPO es que probablemente sea la primera vez en mi vida que tengo colegas de negocios que me han tratado por igual y han abogado por mí”, comenta.

De cara al futuro, la defensa de los demás sigue siendo uno de los principales planes de Reiniger. Así como impulsa el espíritu de las pequeñas empresas, espera inspirar a otros líderes para que tomen grandes decisiones y provoquen un cambio positivo en sus respectivos sectores.

“Las empresas son la herramienta más poderosa para la justicia, más que los gobiernos y las organizaciones sin ánimo de lucro. Dentro de una gran organización hay mucho poder. No creo que vea todo el impacto de mi trabajo en mi vida, así que me centro en cómo puedo sentar bases sólidas que permitan que el trabajo a futuro sea mejor y más rápido. A los directores ejecutivos se les enseña a obtener beneficios rápidos, pero el cambio sistémico requiere un planteamiento totalmente distinto. Estoy convencida de que en algún momento miraré atrás y veré la increíble y afortunada oportunidad que tuve al cumplir con el uno por ciento de lo que debía hacer. Si todos hacemos nuestro uno por ciento podríamos cambiar el mundo”, explica.

Reiniger hace todo lo posible para que su uno por ciento cuente.

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