Los momentos cruciales llegan cuando menos se esperan. Algunos son fruto de la felicidad, otros de la tragedia y muchos más del espectro de lo que podría haber sido si las puertas corredizas de la vida se hubieran abierto un poco antes, o después. Se presentan encrucijadas, decisiones que tomar, caminos que emprender.
Para Christy Turlington Burns, el momento crucial que ha marcado gran parte de su vida en los últimos 20 años llegó el 23 de octubre de 2003, con el nacimiento de su primer hijo.
Minutos después de que ella y su marido, Ed Burns, dieran la bienvenida al mundo a su hija Grace, Turlington Burns sufrió una hemorragia posparto (HPP) que podría haberla matado.
Para muchas mujeres, la HPP es mortal. De hecho, es la principal causa de mortalidad materna en todo el mundo, con 14 millones de mujeres que sufren HPP cada año. La cifra de mortalidad anual por sufrir un episodio de este tipo se sitúa actualmente en 70,000.
Turlington Burns era muy consciente de que el acceso al cuidado de la salud materna antes, durante y después de su embarazo en Estados Unidos significaba que era una de las afortunadas; sin embargo, en el mundo, cada dos minutos muere una mujer por complicaciones del embarazo y el parto.
En los años que siguieron a su traumática maternidad, Turlington Burns se empeñó en garantizar que el embarazo y el parto fueran seguros para todas, en todas partes.
Nunca tuvo tan claro este propósito como en una visita dos años más tarde a El Salvador, la tierra natal de su madre, mientras estaba embarazada de su segundo hijo, Finn.
“Fue parte de mi destino darme cuenta de que si hubiera vivido en algunas de las comunidades de allí o en tantas otras que he visitado desde entonces en mi propio país, donde si no estás en el lugar adecuado en el momento adecuado o no tienes acceso a una atención materna segura y respetuosa, la diferencia entre la vida y la muerte es muy visceral”, afirma.
>Inspirada para volver a la escuela a estudiar salud pública, Turlington Burns empezó a desentrañar los retos a los que se enfrentan las mujeres y las niñas en todo el mundo, simplemente por intentar traer una vida al mundo. “Sí, de hecho, tienen la posibilidad de elegir cuándo, cómo y dónde lo harán en algún momento de su vida”, comenta.
Lejos de conformarse con prestar su nombre a una causa, la propia experiencia desgarradora de Turlington Burns se convirtió en una fuerza impulsora del cambio, que se tradujo en la producción de su documental No Woman, No Cry (Sin mujer, no hay llanto) en 2010, y ese mismo año, en la fundación de la organización sin ánimo de lucro Every Mother Counts dedicada a la salud materna.
“Me convertí en defensora mundial de la salud materna el día que me convertí en madre”, afirma en el sitio web de Every Mother Counts. “Cada madre tiene una historia. Es nuestro trabajo en Every Mother Counts asegurarnos de que estas historias se documenten y se compartan ampliamente para que otros aprendan de ellas, y un día estas tragedias sean historias del pasado”, asegura.
Esta narración de historias es el núcleo de la estrategia de defensa de Every Mother Counts. Turlington Burns reconoce que las estadísticas por sí solas no pueden captar el impacto humano de la mortalidad materna. Al compartir relatos y experiencias personales, ha humanizado el problema de la salud materna, haciéndolo cercano y convincente para un público amplio y subrayando la importancia de la comunicación auténtica para impulsar el cambio social.
“Soy una comunicadora muy abierta”, dice, y señala que cuando empezó a defender el tema de la salud materna y la igualdad en el parto, solo le preocupaba ser la mejor defensora posible. “El liderazgo no era el objetivo”, añade.
Sin embargo, es líder y, si bien prefiere la colaboración antes que las estructuras jerárquicas, también reconoce que hay que tomar decisiones. “Tiene que haber un avance. Y a veces eso puede no requerir un consenso”, dice.
“Lo más emocionante que puede venir con el liderazgo es la creatividad, y ser abierta de mente para probar cosas nuevas, para hacerlo de forma diferente”, agrega.
Hacer las cosas de forma diferente es sin duda la tarjeta de visita de Every Mother Counts. El impacto global de su trabajo, desde su programa de apoyo a organizaciones comunitarias que atienden a madres y familias en países de todo el mundo, desde Haití hasta Bangladesh, es evidente.
Hasta la fecha, Every Mother Counts ha invertido más de 42 millones de dólares para que el embarazo y el parto sean seguros, respetuosos y equitativos para todas, en todas partes. Estas inversiones apoyan la sensibilización, las soluciones lideradas por la comunidad y la promoción del cambio de sistemas.
Se han invertido casi 15 millones de dólares en programas comunitarios en todo el mundo y más de 600,000 personas han participado en la promoción de la salud materna y la igualdad en el nacimiento.
Combinando sus experiencias personales con estrategias respaldadas por la investigación, Turlington Burns ha conseguido situar a Every Mother Counts como líder en el ámbito de la salud materna. Pero se esfuerza por señalar que aún queda mucho por hacer y aún más por mejorar.
“Somos una organización de casi 15 años, la considero como un niño. Es un adolescente todavía. Hemos aprendido mucho, pero queda mucho más por aprender, sobre todo porque el mundo cambia constantemente. Siempre podemos mejorar. Es esencial estar realmente comprometido con el aprendizaje continuo”, afirma.
Parte del “hacerlo mejor” de Every Mother Counts consiste en programar tiempo para reflexionar. “Es fácil enfrascarse en lo que se está haciendo en lugar de analizar cómo se está haciendo y cómo se podría hacer mejor. La idea de intentar mantener cierto espacio para tener momentos de reflexión, para poder aprender en tiempo real, en lugar de tener que mirar atrás y ponerte al día contigo mismo todo el tiempo, tiene un valor incalculable”, explica.
Uno de los aspectos destacables del liderazgo de Turlington Burns es su reconocimiento de que la resolución de problemas mundiales complejos requiere colaboración y que la capacidad de cultivar las relaciones forma parte de la solución.
Bajo su dirección, el Every Mother Counts ha forjado alianzas estratégicas para crear un enfoque integral que aborde los polifacéticos retos a los que se enfrentan las madres en todo el mundo.
“Hay tan pocas cosas de mi primera carrera que diría que tienen algo que ver con mi carrera actual, excepto las relaciones”, cuenta sobre sus primeros días como modelo en Nueva York. “En una carrera que no tenía nada que ver con la longevidad, tengo relaciones que duran décadas. Relaciones que han evolucionado desde ese otro mundo y han continuado o se han profundizado gracias al trabajo que hago ahora. Es algo de lo que estoy muy orgullosa”, asegura.
Más allá de las alianzas tradicionales sin ánimo de lucro, Turlington Burns ha colaborado con éxito con el mundo empresarial al recabar apoyo para Every Mother Counts. Su capacidad para comunicar la urgencia de la crisis de salud materna ha calado entre los líderes empresariales, lo que le ha llevado a colaborar con marcas que en su mayoría son propiedad, han sido fundadas y son dirigidas por mujeres, como Clare V. y Minted.
Sin duda, es su profunda conexión personal con la causa lo que infunde a Every Mother Counts un sentido de propósito, que resuena tanto entre los simpatizantes como entre los colaboradores. Pero el liderazgo de Turlington Burns no se limita a la sala de juntas, sino que también predica con el ejemplo.
Desde correr en el maratón de Nueva York para crear conciencia y recaudar fondos para Every Mother Counts, hasta las visitas de campo en las que se sumerge en las comunidades a las que sirve la Every Mother Counts, Turlington Burns tiene un enfoque claramente práctico de su trabajo.
Esta voluntad de conocer de primera mano los retos a los que se enfrentan las mujeres y los profesionales sanitarios es la que inspira las iniciativas específicas de Every Mother Counts.
Respecto a su legado personal, hubo un tiempo en que dijo que quería separar sus éxitos pasados, bien documentados, de su actual enfoque humanitario, pero ahora se da cuenta de que todo está conectado.
“Reconozco que, como hice esa carrera durante tanto tiempo, también forma parte de mí”, dice. “Pero si hace mucho que me fui y alguien dice: ‘¿Quién era esta persona?’ Preferiría que se me conociera por haber hecho la vida de los demás más segura, más respetuosa, el papel de la maternidad en sí más valorado y más visible, más que por cuántos labiales vendí, en cuántas portadas de revistas estuve”, comenta.
Al igual que muchas empresas y organizaciones que salieron de la pandemia, Every Mother Counts hizo balance e invirtió en planificación estratégica con la ayuda de consultores externos.
“A principios de 2023, estaba preparada para pensar qué quería que representara la organización a largo plazo. ¿Qué teníamos que hacer para institucionalizar lo que hacemos? Todas cosas muy propias de ser una organización sin ánimo de lucro de nuestra época”, señala.
Esta planificación ha llevado a Every Mother Counts a centrar su atención en los próximos 12-18 meses en abordar los retrocesos en materia de derechos reproductivos, anticipar el impacto sobre la salud materna y revisar las raíces de la sensibilización.
“Se trata de volver a comprometerse a que más gente participe en la conversación, comparta sus experiencias, comprenda los retos que existen en todo el mundo y construya un movimiento que nos permita abordar colectivamente esas barreras para mejorar la experiencia de las futuras madres”, explica Turlington Burns.
En esencia, se trata de utilizar la narrativa como una fuerza para el bien.
La propia historia de Turlington Burns ofrece valiosas ideas sobre el potencial transformador de combinar la pasión personal con el compromiso de lograr un cambio positivo a escala mundial. Y a pesar de un comienzo inestable, su viaje a través de la maternidad es positivo: Grace está en la universidad y su hijo Finn seguirá a su hermana el próximo otoño. Pero es demasiado consciente de que para muchas mujeres no hay final feliz.
Con el Día Internacional de la Mujer como fecha clave, la verdad se hace más evidente y, para Turlington Burns, representa una oportunidad de crear movimiento.
“Me interesa que el movimiento de mujeres sea algo que realmente unifique. Se trata mucho más de derechos humanos y equidad de género. Obviamente, cada persona cuenta, cada ser humano. Pero sigo pensando que a las mujeres nos queda mucho camino por recorrer para conseguir esa equidad. Y hasta que lo consigamos, tenemos que seguir presionando todo lo que podamos”, concluye.