Regresar
La industria de la moda afirma haber introducido cambios radicales en materia de sostenibilidad, pero lo que se muestra en las pasarelas sugiere un panorama distinto.

El circo bianual de la semana de la moda femenina ya está en marcha. Editores, compradores, celebridades, personas influyentes y un sinfín de representantes del sector revolotean entre las cuatro grandes capitales de la moda -Nueva York, Londres, Milán y París- para ver qué nuevas ideas ofrecen las marcas.

Habrá nuevas siluetas, algunos aspirantes al nuevo “It Bag” y proezas de diseño, pero ¿podrá la industria dar la talla en materia de sostenibilidad?

Grandes promesas

Han pasado cuatro años desde que se prometió un reinicio de la semana de la moda al por mayor. En 2020, cuando la pandemia de COVID-19 se hizo presente, representantes de gigantes de la moda como Chloé, Missoni, Dries Van Noten y Gucci firmaron una carta abierta a la industria de la moda en la que se comprometían a aumentar la sostenibilidad en toda la cadena de suministro y el calendario de ventas mediante acciones como la fabricación de menos productos innecesarios y la revisión y adaptación de los desfiles de moda.

Al mismo tiempo, el Consejo de Diseñadores de Moda de América publicó un informe en el que prometía revisar la Semana de la Moda de Nueva York para crear un cambio positivo y sostenible. Por su parte, el Consejo Británico de la Moda (BFC) animó a las marcas a bajar el ritmo y centrarse en la sostenibilidad. Pero, ¿se ha materializado esta transformación?

En el momento de escribir estas líneas, la cohorte de la moda acaba de aterrizar en Milán, tras haber pasado por Nueva York y Londres. La consideración de formatos alternativos para los desfiles de moda se ha olvidado en gran medida, ya que las marcas con presupuesto siguen organizando desfiles extravagantes con un valor de producción de primer nivel, por lo que la esperanza reside en el contenido de los desfiles.

“La sostenibilidad no es un argumento de venta, es un deber”.

– Uyen Tran

Si se sabe dónde buscar, se pueden descubrir algunos cambios positivos. En Nueva York, marcas como Lou Dallas, 3.1 Phillip Lim y Coach utilizaron material de desecho y reciclado.

Coach, que redobló sus esfuerzos de sostenibilidad tras las críticas recibidas por destruir la mercancía no vendida, confeccionó prendas vaqueras con vaqueros de segunda mano y empalmó chaquetas de aviador para crear acogedores abrigos.

“Esa sensación de crear, de diseñar con relevancia y responsabilidad, y un cierto sentido de la urgencia: ahí es donde tengo la cabeza”, declaró a Vogue el director creativo de Coach, Stuart Vevers.

En Londres, el reciclaje también estuvo a la orden del día. Conner Ives, conocido por su habilidad para crear piezas atractivas a partir de camisetas viejas, complementó su prenda básica con materiales militares sobrantes, tapices antiguos y bordados realizados con cables de auriculares en desuso procedentes de una fábrica de electrónica.

Susan Fang tejió a ganchillo botas hasta la rodilla utilizando recortes de temporadas anteriores como hilo; el primer desfile en Londres de la prometedora Tolu Coker incluyó materiales reciclados y botas Ugg reformadas; y Patrick McDowell incluso reutilizó instrumentos rotos para confeccionar un corsé de tuba, un vestido de platillos y un corsé de violonchelo como parte de su colección, realizada en colaboración con la Guildhall School of Music and Drama.

Nuevos materiales en el menú

Es vital que la industria de la moda aproveche los millones de toneladas métricas de material y ropa desechada que ya existen, pero es difícil producir el upcycling, por lo que las marcas deben buscar materiales innovadores que tengan potencial de ampliación.

Gabriela Hearst, que puso la sostenibilidad en el orden del día durante su etapa como directora creativa de Chloé (cargo que abandonó el año pasado), hizo desfilar “denim de algodón y cáñamo reciclados y “pieles” de cachemira tejidas con materiales recuperados, mientras que Collina Strada -otra marca conocida por su compromiso con la sostenibilidad- estrenó Uggs fabricadas con un subproducto del maíz.

“Creo sinceramente que el cambio sostenible en la moda tiene que venir del diseñador”.

– Uyen Tran

En 2023, Dauphinette se comprometió a fabricar todas sus próximas colecciones con al menos un 50 por ciento de materiales reciclados. Pero, además de utilizar cachemira agotada, existencias no vendidas de The RealReal, cuero reciclado y sedas de kimono vintage para su colección kitsch-luxe AW24, presentó dos bolsos de “cuero de prosciutto” fabricados por TômTex.

Este material biodegradable y sin plástico está hecho de quitosano, el segundo biopolímero más abundante después de la celulosa, que puede extraerse de caparazones de crustáceos, insectos y hongos.

“Todo es de origen natural. Y ese es el principio clave cuando inventamos cualquier material nuevo: que no haya plástico ni productos químicos tóxicos”, afirma Uyen Tran, director general y Fundador de la empresa.

Un espacio para el cambio

TômTex, fundada en 2020, aspira a aumentar su capacidad de producción anual a 27,900 metros cuadrados este año, pero aún no puede fabricar las bolsas a escala comercial, de ahí la importancia de contar con estos materiales en la pasarela.

Las marcas pueden mostrar innovaciones novedosas y crear demanda. Poner TômTex en la pasarela significa que puede llegar a un público de millones de personas.

“Creo sinceramente que el cambio de la sostenibilidad en la moda tiene que venir del diseñador”, dice Tran. “Se considera que el material sostenible no es sexy. Hay que hacerlo deseado”, asegura.

Al igual que los diseñadores tienen el poder de persuadir a su público para que codicie una nueva silueta extravagante o un zapato poco práctico, también tienen la capacidad de convertir la sostenibilidad en algo imprescindible. Sin embargo, aunque se están filtrando algunas grandes innovaciones, los esfuerzos son poco sistemáticos y se aplican según la voluntad de cada diseñador.

Hace falta un esfuerzo verdaderamente unificado, ya que muchos diseñadores parecen considerar la sostenibilidad demasiado arriesgada o difícil, y los consejos de la moda no consiguen formalizar sus promesas de la era de la pandemia. Pero se puede hacer.

En 2023, la Semana de la Moda de Copenhague estableció unos requisitos mínimos de sostenibilidad. Si una marca no aborda factores como el uso de materiales preferentes, la diligencia debida en la cadena de suministro, la producción de espectáculos con cero residuos y la educación en sostenibilidad de los consumidores, no podrá desfilar.

La Semana de la Moda de Londres ha imitado la estrategia y la ha aplicado a los diseñadores emergentes de la BFC NEWGEN, pero desafortunadamente no aplica para todos los diseñadores de su programa, ni incluye a los más importantes, los que tienen el presupuesto y la capacidad para realizar grandes cambios estructurales.

“La Semana de la Moda tiene un papel muy importante que desempeñar para mostrar y liderar la sostenibilidad”.

– Patsy Perry

“La Semana de la Moda tiene un papel muy importante que desempeñar para mostrar y liderar la sostenibilidad”, afirma Patsy Perry, profesora de Marketing de la Moda en la Universidad Metropolitana de Manchester. “Existe la oportunidad de contar historias positivas, de hacerlas emocionantes, pero no hay requisitos reales”, asegura.

La falta de requisitos significa que las marcas pueden seguir siendo cautelosas sobre cuáles son realmente sus esfuerzos en materia de sostenibilidad. En 2023, Vogue Business pidió a 231 marcas que compartieran los principales materiales utilizados en sus colecciones SS24 y solo 19 respondieron, la mayoría de los cuales eran diseñadores independientes que tienden a liderar la sostenibilidad en todos los ámbitos, según datos de Good On You.

Para encontrar más compromisos de sostenibilidad significativos, dice Perry, quizá tengamos que mirar hacia otro lado, hacia las marcas que evitan el frenesí de la semana de la moda, que ha pasado de ser un acontecimiento de la industria para los compradores a un espectáculo mediático que impulsa el consumo.

Hasta que la industria no llegue a un consenso y se comprometa a conceder a la sostenibilidad la misma importancia que al diseño y la comercialidad, seguirá quedándose corta en la Semana de la Moda, con la excepción de los pocos diseñadores comprometidos que empujen la aguja.

“La sostenibilidad no es un argumento de venta, es una obligación”, concluye Tran.

Volver al principio