el_bieEn medio de la carrera por encontrar respuestas a los problemas más urgentes de nuestro mundo moderno, un número cada vez mayor de empresas está dejando de lado sus diferencias y uniendo fuerzas por el bien común. Los colaboradores más insólitos están formando asociaciones estratégicas para abordar cuestiones que van desde el COVID-19 hasta el cambio climático.

El concepto de coopetición -un neologismo que mezcla las palabras en inglés para cooperación y competencia- existe desde principios del siglo XX. Si bien las asociaciones de coopetición han existido tradicionalmente para reducir costos, intercambiar conocimientos o aumentar la cuota de mercado conjunta, está surgiendo una nueva ola de alianzas destinadas a abordar los retos mundiales.

En 2010, el Fondo Mundial, la Fundación Gates y Coca-Cola se unieron para crear el Proyecto Última Milla. El gigante de los refrescos compartió su valiosa cadena de suministro y distribución con la organización sin ánimo de lucro para mejorar la disponibilidad de medicamentos y vacunas esenciales en zonas remotas de África. Desde su creación, el Proyecto Última Milla ha llegado a más de 35 millones de personas en 12 países africanos.

Durante la pandemia, empresas de la cadena de suministro y transporte como UPS, DHL y DP World se asociaron con el Foro Económico Mundial y UNICEF para distribuir vacunas COVID-19 en todo el mundo. A través de la iniciativa COVAX, se enviaron más de 1.5 millones de dosis a 145 países.

Crowdfunding para el cambio

Aunque estos esfuerzos a gran escala son impresionantes, la colaboración para el cambio social está lejos de ser el dominio exclusivo de las grandes empresas y las organizaciones sin ánimo de lucro. El cofundador y director general de Start Some Good, Tom Dawkins, ayuda a sus clientes a lanzar empresas sociales y proyectos de impacto respaldados por la plataforma de crowdfunding de la empresa.

«Un día me sorprendió recibir una llamada de una agencia de publicidad en nombre de ING Direct», recuerda Dawkins. «ING quería ir más allá de las subvenciones y aprovechar el crowdfunding como herramienta de compromiso, además de apoyar a los emprendedores sociales. Así que trabajamos con su equipo para desarrollar el programa Dreamstarter. ING convoca solicitudes de empresas sociales en fase inicial y nosotros seleccionamos entre seis y ocho de ellas por ronda, y les ayudamos a diseñar grandes campañas para reunir fondos.

«A continuación, ING se compromete a destinar la primera parte de los fondos a las campañas, con la condición de que se recaude el resto. Le dimos la vuelta al modelo tradicional, en el que el termómetro empieza en cero y la empresa dobla la cantidad una vez alcanzado el objetivo. Ha supuesto una gran diferencia porque es más probable que la gente contribuya si ve que alguien ha ido primero», dijo.

Desde el lanzamiento de Dreamstarter en 2013, ING Direct ha ayudado a recaudar alrededor de 1.2 millones de dólares para empresas sociales emergentes, con el 64% de los fondos recaudados procedentes de la comunidad. «En las últimas siete rondas, hemos tenido una tasa de éxito del 100%», afirma Dawkins. «ING ha puesto casi 674 mil dólares, pero nosotros lo convertimos en mucho más», agregó.

A lo largo de los años, Start Some Good ha formado otras numerosas asociaciones con aliados inesperados y Dawkins no lo haría de otra manera. «He descubierto que las asociaciones inusuales suelen ser las más impactantes», señala.

«Cuando se incorpora un socio como ING, también se aportan muchos más recursos y apoyo de los que se obtendrían de otro modo. Algunas personas trazan una línea en la arena entre lo que es y lo que no es una empresa social, pero esa definición es demasiado estrecha. Estamos encantados de crear campañas sociales positivas para entidades que claramente no son empresas sociales. Se trata del impacto que podemos lograr juntos».

Crecimiento de la sostenibilidad

La misma filosofía impulsa a Treepoints, una empresa con sede en Londres que ayuda a las empresas a compensar sus emisiones de carbono. Fundada durante la pandemia por los empresarios de Forbes 30 Under 30, Jacob Wedderburn-Day y Anthony Collias, Treepoints ya ha compensado 6,396 toneladas de carbono, ha plantado 260,372 árboles y ha reciclado 64,672 botellas de plástico.

«Cuando las cosas se calmaron en nuestra empresa de tecnología de viajes, Stasher, durante la pandemia, decidimos que en lugar de esperar a que el mundo volviera a la normalidad, era el momento perfecto para dirigir nuestras energías a hacer algo por el cambio climático», explica Collias.

El modelo es sencillo. Tras estimar sus emisiones con la calculadora de Treepoints, las empresas se inscriben para financiar iniciativas de compensación de carbono de alto impacto, plantación de árboles y reciclaje de plásticos a partir de 8.50 dólares al mes. Después pueden hacer un seguimiento de sus progresos y obtener recompensas de los socios sostenibles de Treepoints.

Collias afirma que Treepoints está abierto a trabajar con cualquier empresa que quiera marcar la diferencia. «Queremos que las acciones de sostenibilidad sean accesibles para todos», dice. «Sin embargo, entendemos que hay un gran problema con el lavado verde”, agregó.

«Por eso son tan importantes las relaciones personales con nuestros socios, porque nos permiten entender por qué eligen trabajar con nosotros. En realidad, nunca hemos tenido la sensación de que nos utilicen como herramienta de lavado verde, pero si lo hiciéramos tendríamos una discusión honesta con nuestro socio», aseguró.

«Por eso son tan importantes las relaciones personales con nuestros socios, porque nos permiten entender por qué eligen trabajar con nosotros. En realidad, nunca hemos tenido la sensación de que nos utilicen como herramienta de lavado verde, pero si lo hiciéramos tendríamos una discusión honesta con nuestro socio», aseguró.

Dado que algunos planes de plantación de árboles son criticados por ser más perjudiciales que beneficiosos cuando no se tiene el debido cuidado en la elección de las especies y el cuidado de lo que se planta, Treepoints selecciona cuidadosamente todos sus proyectos con una matriz de riesgos.

«Estamos orgullosos de todos los proyectos que apoyamos, pero me gustan especialmente las técnicas utilizadas por uno de nuestros socios en la plantación de árboles», revela Collias.

«Árboles para el Futuro identificó un problema que lleva a cientos de millones de familias de pequeños agricultores con hambre crónica a utilizar, sin saberlo, prácticas agrícolas destructivas y miopes que degradan aún más sus comunidades, árboles, suelo, agua y biodiversidad. Esto les hace aún más propensos a emigrar y más vulnerables al cambio climático que se avecina. Es un círculo vicioso”, dijo.

«El enfoque de Jardines Forestales de Árboles para el Futuro se centra en acabar con la pobreza y el hambre en África formando a los agricultores para que regeneren sus tierras. Tras la instalación inicial, no dejan a los agricultores solos. Enseñan a los agricultores la gestión avanzada de los huertos forestales y la conservación para optimizar la salud y la productividad de la tierra a largo plazo, y aplican una estrategia de sostenibilidad para el futuro con cada agricultor», agregó.

Al asociarse con empresas sociales como Start Some Good y Treepoints, las empresas pueden tener un impacto significativo en algunos de los problemas más críticos de la humanidad. «Nuestra misión en Start Some Good es aumentar el ritmo de la innovación para el cambio y creemos que la forma de hacerlo es reducir algunas de las barreras», dice Dawkins. «Queremos ayudar a crear un mundo en el que cualquiera pueda ser un agente de cambio», puntualizó.