El camino del liderazgo se ha convertido en un estruendo frenético. Unido a una explosión de responsabilidad, transparencia y expectativas, el ruido blanco que rodea a la gestión es a veces ineludible y a menudo corrosivo.
¿El antídoto? Desconectar un segundo y trabajar en ti mismo, pero mientras aumentan los retiros y espacios destinados a recargar las baterías, trabajar las emociones y realinear el enfoque de quienes están al mando, la responsabilidad recae aún más en los ejecutivos para reconocer cuándo necesitan tal experiencia y cómo manejarla.
Para empezar a trabajar el autodesarrollo, primero debes superar la barrera que representa tu propio ego. Pensamientos como ‘Soy fuerte y puedo manejar esto’, crean conflictos internos.
Si queremos dirigir una organización saludable, como ejecutivos tenemos que cuidar primero nuestro propio bienestar. No es fácil.
Cuando surgió la oportunidad de ser parte del retiro Elevation Barn, realmente no me imaginaba cómo podría ser la experiencia. Nunca había participado en un retiro; soy un poco introvertido y nervioso al compartir abiertamente mis sentimientos. Esto me representaba convivir con un grupo de completos desconocidos durante cuatro días.
He leído algunos libros, como The Art of Happiness (El Arte de la Felicidad) del Dalái Lama, y he establecido muchos objetivos a lo largo de mi vida, pero enfocados principalmente en mi carrera. Analizándolo, había basado mi valor mayormente en lo que era capaz de lograr en el trabajo. La realidad es que esto es insostenible, como aprendí durante el retiro.
No fui escéptico; sabía que en esa dinámica obtienes lo que das; pero si entras a un retiro esperando que una persona solucione tus problemas, no es el camino.
Elevation Barn tiene seis ubicaciones en todo el mundo, y cada una está diseñada para ofrecer resultados específicos. Mi retiro tuvo lugar en la finca BlueHills del siglo XVIII, cerca de Millbrook, un pueblo en el condado de Dutchess, a dos horas en coche al norte de la ciudad de Nueva York.
Las cosas comenzaron muy positivas. Desde el momento en que llegué me trataron como a un miembro de la familia. Conocí al fundador de Elevation Barn, Will Travis, un ex líder de marketing que había logrado un increíble éxito en su industria, pero no había vivido una vida equilibrada. Cuando se dio cuenta que esa vida no era lo que esperaba, vio que no era el único que padecía una situación similar. Ahora, se ha reinventado como guía para ayudar a las personas a encontrar su propósito.
La personalidad de Will estableció el tono para el resto del fin de semana: cálido, social, auténtico y cariñoso. No se presentó como un gurú que tiene todas las respuestas; de hecho, realizó muchas de las actividades del retiro con nosotros, porque indica que todavía tiene mucho que aprender. A menudo, contaba situaciones difíciles y profundamente personales de su pasado.
El trato de Will marcó la pauta del resto del fin de semana: cálido, social, auténtico y atento. No se presentó como un gurú con todas las respuestas; de hecho, realizó muchas de las actividades del retiro con nosotros, porque sigue sacando mucho provecho de ellas. A menudo, nos dirigía desde el frente, compartiendo cosas difíciles y profundamente personales de su pasado.
Todos nos enfrentamos a complicadas preguntas, independientemente de la edad o experiencia: ‘¿Cuál es mi propósito y qué me hace feliz?’
De inmediato comencé a sentirme cómodo. Curiosamente, la palabra ‘relajarse’ no se usaba. Will quería que estuviéramos comprometidos, en lugar de relajados y apáticos. Primero, pidió a cada asistente de forma individual, todos líderes en su propio derecho y personas exitosas, su permiso para liderar el retiro. Esto eliminó cualquier idea de jerarquía o luchas de poder dentro del grupo.
Muchos de mis compañeros de retiro se encontraban en edades entre los 40 y 50 años. Todos nos enfrentamos a complicadas preguntas, independientemente de la edad o experiencia: ‘¿Cuál es mi propósito y qué me hace feliz?
A pesar de mis intenciones inicales, comencé el retiro haciendo juicios internos sobre mis compañeros asistentes. Cuando conoces a las personas, el instinto o naturaleza humana intenta determinar qué tipo de persona son. Me di cuenta de que eso es inútil, porque cuando encasillas a las personas empiezas a tratarlas de cierta manera y vas perdiendo la pureza y apertura requeridas para hacer que el grupo funcione.
Además, si juzgas a otros sin saberlo, estás asumiendo que te están juzgando, lo que afecta negativamente la forma en que te comportas. Una vez que dejé de hacerlo, vi aspectos asombrosos de esas personas, y eso me dio la libertad de ver otros aspectos de mí mismo.
De hecho, tuve varios momentos que me abrieron los ojos durante mi tiempo en Elevation Barn, momentos que me quitaron un peso de encima. Uno de los principales fue que entendí el poder de la empatía; entender cómo se sienten las personas y qué las motiva es una habilidad muy importante para un CEO.
Más tarde, nos pidieron que escribiéramos 25 cosas que nos hacen felices. Suena fácil, pero francamente me resultó difícil. Llegué a unas 10 y me quedé sin cosas que escribir. En realidad, es molesto, porque te preguntas si realmente eres una persona miserable.
El segundo día teníamos que elegir a un personaje famoso o histórico que respetáramos. Luego teníamos que ponernos de pie frente al grupo y, haciendo como si fueramos la figura elegida, hablar de nosotros mismos durante ocho minutos, destacando nuestros puntos fuertes y débiles y cualquier consejo que tuviéramos que dar. Ocho minutos pueden parecer mucho tiempo en la piel de otra persona, pero a mí me ayudaron a darme cuenta de que, en mi posición, en realidad no doy referencias de mí mismo, ni me vendo, y fue un ejercicio útil para ver cómo responder a otras personas.
Después de este ejercicio, nos dividimos en parejas y compartimos mutuamente una sesión de retroalimentación de cinco minutos. De nuevo, me fue bastante intimidante. Conocía a estas personas desde un día y medio atrás, y tuve que sentarme allí, compartir parte de mi vida y brindarles una retroalimentación honesta sobre lo poco que había escuchado de ellos.
Ahora, doy mucho feedback como parte de mi trabajo, pero intentando evaluar el rendimiento de alguien en su rol. Aquí, estábamos hablando de desafíos personales. Era el siguiente nivel.
Hasta esta parte del retiro, llegué a la conclusión de que como CEO había caído en la trampa de pensar que podía dar retroalimentación, pero que no necesitaba recibirla. No pensé que necesitara refuerzo positivo de nadie.
Mientras recibía comentarios, podía sentir la energía volver a mi cuerpo. Resulta que necesito retroalimentación, positiva o negativa. Es naturaleza humana necesitar la seguridad de que estás haciendo las cosas correctas, o corregir cuando no lo estás. Una de las primeras cosas que hice cuando regresé de Elevation Barn fue establecer reuniones semanales con mi equipo directo en las que entregaría y pediría retroalimentación.
Como líderes, puede sentirse extraño obtener una retroalimentación franca y directa. En una de las dinámicas, tuvimos que brindar a cada asistente respuestas de una palabra a una presentación que habían dado. Un compañero no había recibido nada más que palabras positivas hasta que me tocó a mí. Sentí que no se había abierto completamente y se lo manifesté.
Más tarde, se acercó a mí y dijo: ‘Gracias por señalarme; lo haré mejor’. Si él no hubiera recibido esa retroalimentación, quizás no se hubiera sincerado. A partir de ese momento, él y yo desarrollamos un vínculo profundo.
Si un CEO es feliz, puede tener un impacto significativo tanto en su negocio como en la sociedad en general.
Al enfrentarme a estas actividades emocionalmente, agradecía por el hermoso y tranquilo entorno que me dejaba aprendizajes. Caminamos por las reservas locales, nadamos en el lago y nos tomamos un tiempo para reflexionar a solas, lo cual fue restaurador, al igual que disfrutar de las comidas saludables preparadas por el chef.
El último día trajo otra actividad: después del almuerzo, ofrecimos un mensaje de bondad a cada persona. Nunca había experimentado eso antes, y fue una manera poderosa de terminar el retiro.
Ser CEO o dueño de un negocio puede sentirse bastante solitario. No siempre tienes los medios para discutir tus pensamientos y sentimientos. Con Elevation Barn, Will ha proporcionado tal medio, y lo que realmente aprecié fue que nunca se trató de pedir respuestas a otras personas. Tenías que encontrar las respuestas dentro de ti, y en la mayoría de los casos, ahí estaban.
Para los CEO y otros líderes empresariales, invertir en crecimiento personal es importante; si no eres capaz de hacerlo, no deberías estar liderando a otros. Por otro lado, si un CEO está feliz, puede tener un impacto significativo tanto en su negocio como en la sociedad en general.
Elevation Barn me dio una rara oportunidad de tomarme el tiempo para encontrar una llave, la cual puede abrir una puerta dentro de nosotros mismos.