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La innovación es esencial para mantener la competitividad, pero compaginarla con la continuidad de la empresa es todo un reto. He aquí cómo los CEOs pueden gestionar las interrupciones y garantizar al mismo tiempo el buen funcionamiento de la empresa.

En un entorno tan cambiante como el actual, impulsado por la tecnología, la innovación ha dejado de ser una opción. En su lugar, es una obligación para las empresas que desean estar a la altura de sus competidores.

Sin embargo, la innovación suele significar disrupción, lo que puede suponer un reto si la empresa quiere seguir operando sin interrupciones.

Este dilema es difícil para los líderes: ¿Cómo pueden equilibrar la innovación disruptiva con los imperativos de la continuidad empresarial?

Exploremos cómo los CEO y líderes visionarios pueden equilibrar esta cuerda floja, aprovechando las ventajas competitivas de sus organizaciones sin comprometer las operaciones básicas.

Disrupciones a corto plazo, beneficios a largo plazo.

El equilibrio entre innovación y continuidad

El núcleo de la innovación es la introducción de nuevos productos, procesos y modelos empresariales de valor. Sin embargo, dado el ritmo al que cambia la tecnología, la adopción de nuevas tecnologías suele conllevar enormes trastornos y riesgos operativos.

La automatización mejora enormemente la eficiencia y la experiencia del cliente, pero requiere inversión de tiempo y recursos y, a veces, una alteración temporal de los flujos de trabajo.

Probablemente la forma más productiva de equilibrar innovación y continuidad sea establecer una visión clara.

Para gestionar esta paradoja, los dirigentes deben darse cuenta de que la innovación y la continuidad están al servicio de fuerzas opuestas. La innovación y la continuidad son partes complementarias de una estrategia empresarial resistente: la continuidad empresarial garantiza que una empresa pueda mantener sus servicios básicos durante los cambios; la innovación garantiza la relevancia y la competitividad.

Establecer una visión clara de la innovación

Probablemente la forma más productiva de equilibrar la innovación con la continuidad sea establecer una visión clara, que alinee los esfuerzos de innovación con los objetivos a largo plazo.

Los directivos deben empezar por preguntarse por qué necesitan innovar y qué resultados esperan. Establecer estos objetivos ayudaría a las empresas a dar prioridad únicamente a las iniciativas innovadoras que añadan más valor sin perturbar las operaciones esenciales.

Por ejemplo, la visión de una empresa podría centrarse en el cliente y la flexibilidad. A partir de ahí, la dirección puede garantizar que las innovaciones se orienten a mejorar la experiencia del cliente y a crear una plantilla flexible.

De este modo, cada innovación puede adaptarse al núcleo de la empresa para facilitar su aplicación con las operaciones existentes.

Adoptar un enfoque gradual en la innovación

En su lugar, las empresas están adoptando la innovación gradual, que consiste en introducir pequeñas y continuas mejoras en los productos, procesos y sistemas actuales.

Permite a la empresa evolucionar sin conmocionar al sistema ni a los empleados y proporciona una base sobre la que pueden realizarse cambios mayores, los cuales son más transformadores cuando la empresa esté preparada para ellos.

Por ejemplo, Amazon realiza constantemente pequeños ajustes en sus operaciones: redirige las rutas de los conductores de reparto y perfecciona la experiencia de compra en línea. Cada uno de estos pequeños ajustes suma y da lugar a una mejora continua sin imponer cambios perturbadores.

Otra ventaja de este proceso es que permite una retroalimentación y un ajuste continuos. Esto reduce la probabilidad de fracaso y garantiza que cada paso dado hacia la innovación se base en el anterior.

Crear una cultura de flexibilidad y resiliencia

Muchas veces, el equilibrio entre innovación y continuidad no tiene tanto que ver con la implantación de nuevas tecnologías como con la creación de una cultura que acepte y pueda adaptarse al cambio.

Se puede fomentar esta cultura a través de la comunicación abierta y la formación, preparando a los empleados para el cambio de funciones o flujos de trabajo.

Las empresas que consiguen crear una plantilla resiliente -que adopta la flexibilidad y ve el cambio como una oportunidad- son las que integran la innovación disruptiva con un trastorno mínimo de sus operaciones diarias.

Los CEOs pueden fomentar esta cultura mediante la comunicación abierta y la formación, preparando a los empleados para el cambio de funciones o flujos de trabajo. Cuando las personas comprenden las ventajas de la innovación y saben que se les apoyará en los cambios, son más capaces de adoptar nuevos procesos con una resistencia mínima.

Empresas como Google y Microsoft entienden la importancia del aprendizaje permanente y la adaptabilidad, ayudando a los empleados a adoptar la innovación sin sentirse abrumados por los rápidos cambios.

Cambios rápidos controlados con metodologías Agile

Las metodologías Agile son las que se centran en la flexibilidad, realizando el trabajo de forma repetitiva y, por tanto, pueden ser muy útiles para equilibrar la innovación con la continuidad.

Aunque se desarrolló originalmente para el desarrollo de software, Agile ha ganado popularidad en todos los sectores como forma de gestionar proyectos complejos con el mínimo trastorno.

En un entorno Agile, las empresas pueden probar nuevas ideas en pequeñas pruebas piloto, obtener retroalimentación y hacer cambios cuando sea necesario. Por ejemplo, una empresa puede querer probar una nueva tecnología de atención al cliente en un departamento para luego extenderla a toda la empresa.

También permitirá a la organización evaluar el impacto de la innovación en la continuidad de la actividad y realizar los cambios necesarios para prepararse para la ampliación.

Agile garantiza que, a través de un bucle de retroalimentación, las innovaciones se canalicen siempre para satisfacer las necesidades operativas de la empresa.

Gestión estratégica de riesgos

De hecho, las innovaciones pueden incluir muchos riesgos: fracasos tecnológicos, insatisfacción de los consumidores o sobrecostos. Por otra parte, la gestión estratégica puede ofrecer a una empresa la posibilidad de minimizar estos riesgos al tiempo que busca la innovación.

La innovación puede incluir muchos riesgos: fracasos tecnológicos, insatisfacción de los consumidores o sobrecostos. La gestión estratégica puede ofrecer la posibilidad de minimizar riesgos.

Implica un firme análisis costo-beneficio, probar las innovaciones en entornos controlados y mantener sistemas de reserva como parte de un plan de continuidad en caso de que se produzcan interrupciones.

Por ejemplo, una empresa podría introducir un nuevo sistema de gestión de inventarios en un mercado más pequeño, analizando primero su impacto en la cadena de suministro, antes de extenderlo a toda la empresa.

Otra gestión eficaz del riesgo consiste en elaborar planes de contingencia. En ellos, la empresa identifica los riesgos potenciales y elabora estrategias para cuando las interrupciones afecten a las operaciones comerciales.

Transparencia de la comunicación

La innovación puede ser inquietante, especialmente si las partes interesadas se sienten desinformadas o inseguras sobre los cambios que implica. La transparencia ayudará a todas las partes interesadas a comprender no solo los beneficios potenciales de la innovación, sino también las medidas que está tomando la empresa para garantizar la continuidad.

Los directivos pueden ayudar a disipar las dudas mediante una comunicación frecuente, ya sea en reuniones tipo Town Hall, videoconferencias o correos electrónicos claramente redactados. En estas interacciones es importante explicar cómo un nuevo sistema beneficiará y facilitará el trabajo de los empleados. Los directivos también pueden optar por celebrar una reunión con sus inversores para explicarles cómo contribuirá a su crecimiento a largo plazo.

Si las partes interesadas están alineadas con el proceso, colaborarán más en las iniciativas innovadoras y seguirán los cambios a medida que se produzcan.

Innovación centrada en el cliente

La innovación -siendo capaz de equilibrar la interrupción con la continuidad- puede lograrse con mayor eficacia mediante un enfoque centrado en el cliente. Al centrarse en cómo las innovaciones benefician directamente a los clientes, las empresas pueden justificar los cambios al tiempo que se aseguran de que la continuidad en la experiencia del cliente es primordial.

Por ejemplo, la introducción de nuevas herramientas o canales digitales no debe afectar a la calidad y accesibilidad del servicio para los clientes existentes.

Esto se ha puesto de manifiesto a través de líderes que mantienen la experiencia del cliente en el centro de las estrategias de innovación que introducen nuevas ideas, que mejoran la lealtad y la satisfacción del cliente, equilibrando así la necesidad de interrupción con la continuidad del servicio.

Aprender de los fracasos y adaptarse

Por último, aprender del fracaso y ponerlo como motor de la adaptación forma parte de ese equilibrio esencial entre innovación y continuidad. No todas las innovaciones tendrán éxito, pero las empresas que quieran probar una actitud de “fracasa rápido, aprende más rápido” pueden convertir incluso los fracasos en lecciones útiles.

Aprender del fracaso y ponerlo como motor de la adaptación forma parte de ese equilibrio esencial entre innovación y continuidad.

Cuando un proyecto piloto o una nueva tecnología no cumplen las expectativas, hay que analizar qué ha fallado y ajustar el planteamiento. La cultura resultante no se limita a tolerar los riesgos de la innovación, sino que puede convertir esos retos en oportunidades.

El aprendizaje continuo aporta confianza en la innovación, además del impulso para unas operaciones fiables.

Continuidad y resiliencia

En otras palabras, el dilema de la innovación exige perturbar una organización al tiempo que se garantiza la continuidad de la actividad. Exige un liderazgo reflexivo, planificación estratégica y capacidad de adaptación.

La buena noticia es que los CEOs pueden hacer que funcione hoy formulando objetivos claros para la innovación, adoptando cambios graduales, creando una cultura fluida y gestionando los riesgos de forma proactiva.

La atención a las necesidades del cliente, junto con una comunicación abierta, les ha permitido hasta ahora crear organizaciones capaces de abrazar el cambio sin sacrificar la fiabilidad.

En otras palabras, equilibrar la innovación con la continuidad presupone que una empresa debe ser resistente y tener visión de futuro.

Con planes minuciosamente sopesados y una perspectiva adaptable, los CEOs de hoy trazan su rumbo a través de semejante obstáculo y preparan a sus empresas para el éxito en una época en la que lo único estable es el cambio.

Las opiniones expresadas por los colaboradores de The CEO Magazine son suyas.

Kumar Singirikonda

Miembro del Grupo de Colaboradores

Ekambar Kumar Singirikonda, conocido como Kumar, es el director de ingeniería DevOps en Toyota Norteamérica, donde muestra su pasión por impulsar el éxito organizativo a través del poder transformador de la tecnología. Tiene una sólida formación y un variado conjunto de habilidades en DevOps, DataOps, ingeniería en la nube, ingeniería de software, ingeniería informática edge e IA edge. Para más información, visita https://medium.com/@ekambar

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