Un reto es una situación difícil con la que alguien se enfrenta, y muchas veces se presenta en el momento en el que menos lo esperas. De acuerdo con Daniel Alejandro Álvarez Campos, titular de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL), esto “te pide tener mayor templanza, visión estratégica y sobre todo firmeza de valores para que estos te acompañen a lo largo de la cruzada”.
Daniel Álvarez es un hombre de retos, al menos así lo ha experimentado desde que asumió el cargo como titular de CEL, la institución autónoma más grande de El Salvador, la cual genera el 100 por ciento de la transmisión de la energía eléctrica del país y el 50% de la generación de energía.
“Lo primero que hay que tener es voluntad para poder romper (los obstáculos), hay que ser creativos y a pesar de que los tengamos, tenemos que buscar alternativas de cómo seguir adelante.”
Llegar a una compañía líder, especializada en energía hidroeléctrica y geotérmica en la región, no fue algo simple. A su llegada detectó una serie de anomalías; la principal, y en la que ha trabajado para vencer junto con su equipo de trabajo, es la corrupción que existía en todos los niveles de la compañía.
“Nos dejaron una mala herencia”, confiesa Alejandro . Sin embargo, agrega: “Lo primero que hay que tener es voluntad para poder romper (los obstáculos), hay que ser creativos y a pesar de que los tengamos, tenemos que buscar alternativas de cómo seguir adelante”. Su misión para transformar la organización no solo se limitaba a temas de corrupción sino también a aspectos financieros, técnicos y legales que – como bien dice – “le fueron heredados”
Aunque aceptó el reto que implicaba tomar las riendas de la empresa, para Daniel fue impactante detectar la serie de abusos que sufrió la compañía por parte de funcionarios anteriores. Mismos que hicieron fallar el proyecto “3 de febrero”, también conocido como ‘El Chaparral’. Daniel y su equipo tuvieron que hacerlo eficiente luego de una historia de 10 años de corrupción.
“En mi caso yo soy el director de la orquesta, pero para que la orquesta tenga éxito, todos sus músicos deben ser especialistas en su instrumento y esa es la forma en la que yo trabajo.”
Con todo y los avances, además de logros obtenidos, Daniel está consciente de que él sólo es la cabeza de todo un equipo de profesionales que – al igual que él- tienen como objetivo seguir innovando y creciendo en el área, así como continuar brindando energía a sus compatriotas. “En mi caso yo soy el director de la orquesta, pero para que la orquesta tenga éxito, todos sus músicos deben ser especialistas en su instrumento y esa es la forma en la que yo trabajo”.
“Transformar y cambiar la visión de una institución que fue catalogada como ´corrupta´. Es sumamente complicado. Sin embargo, ahora estamos por recibir la certificación ISO 37001. Las organizaciones que adoptan esta norma implementan una serie de medidas con el fin de prevenir, detectar y gestionar acciones de soborno”, señala.
CEL sería la primera institución en obtenerla en El Salvador y, de acuerdo con Daniel, refleja de manera interna y externa la forma de trabajo en la organización. “Esto garantiza a nuestros proveedores que están trabajando con una institución transparente; que todos tienen la misma oportunidad de participar”, agregó.
Daniel está consciente de la responsabilidad que el presidente Nayib Bukele depositó en sus manos y sabe que aunque sea una empresa autónoma, debe rendir cuentas al Estado. “Las buenas prácticas deben ser tanto en lo privado como en lo público. ¿Quién dijo que lo público debe ser inferior a lo privado?¿Quién dijo que lo público no debería ser tan eficiente como lo privado?”, expresa.
“El Salvador es un país que desde hace décadas se ha dado a la tarea de buscar la manera de innovar para generar energía.”
Como todo líder, su visión no se centra solo en el presente, él está tres pasos adelante, en las acciones a futuro, en buscar alternativas que permitan producir menos emisiones de carbono. Ahora le interesa concretar y poner en marcha a la Central Hidroeléctrica “3 de Febrero”, a la par de potenciar la producción geotérmica y desarrollar más campos geotérmicos, mismos que ya tienen ubicados y que representan energía 100 por ciento limpia.
El Salvador es un país que, si bien no produce petróleo, desde hace décadas se ha dado a la tarea de buscar la manera de innovar para generar energía y no depender únicamente de este crudo.
El país ha logrado lo que con urgencia necesita el planeta: energía limpia. Está consciente de que su principal recurso es el geotérmico, el cual, a diferencia de otros, es funcional siempre sin importar las temporadas.
Es decir, la energía geotérmica, aquella generada por el calor del interior de la tierra – se produce los 365 días del año sin excepción, a diferencia de la hidroeléctrica, que depende de la temporada de lluvia solar, que por las noches no produce; o la eólica, que depende del viento.
Daniel y su equipo están en la búsqueda y prueba de la energía de biomasa.
Según el Ministerio de Medio Ambiente de El Salvador, el 90% de su territorio está conformado por materiales volcánicos.
A pesar de dominarla, Daniel y su equipo no se conforman con este tipo de energía renovable. Actualmente, están en la búsqueda y prueba de la energía de biomasa. Quieren aprovechar el agua sucia que gran parte de las ciudades en El Salvador desecha, generando biogás a partir del desecho orgánico que hay en las aguas residuales. Considerando su compromiso sustentable y que las costas salvadoreñas tienen un oleaje constante y parejo, la energía mareomotriz es otra alternativa atractiva para CEL.
El trabajo en equipo es uno de los valores que más se incentiva dentro de CEL. Cada uno con su rol, sin importar la jerarquía, es pieza clave para que toda la cadena de procesos se efectúe en tiempo y forma.
Daniel Álvarez es un líder que procura a su equipo de manera integral, fomenta el crecimiento al interior de la organización, impulsa un ambiente de aprendizaje, otorga becas para especialidades en todas las ingenierías necesarias, al igual que cuida la salud mental de sus colaboradores.
Por ejemplo, durante la pandemia, este aspecto fue delicado cuando personas de su equipo debían mantenerse lejos de sus familias para que la producción de energía no se detuviera. También está el caso de las personas cuya labor consiste en efectuar el mantenimiento de las turbinas en las hidroeléctricas, pues están expuestas a un ambiente oscuro, encerradas metros bajo tierra.