La distracción digital es real. Hasta el punto en que nuestro cerebro está tan acostumbrado a la excesiva estimulación y multitareas del mundo digital, que él mismo está empezando a imitar este ritmo.
Y esto tiene un nombre. Se llama “popcorn brain (cerebro de palomitas)”.
El nombre viene de la similitud con hacer palomitas en un horno microondas: rápido, explosivo e implacable. Cuando nos bombardean constantemente con contenidos digitales, nuestros cerebros se adaptan buscando una estimulación inmediata. Esta adaptación puede acortar la capacidad de atención, reducir la capacidad de pensar con profundidad e incapacitarnos para apreciar momentos más tranquilos y pacíficos.
Nuestro cerebro es extremadamente adaptable. Sin embargo, esta neuroplasticidad es un arma de doble filo porque permite a nuestro cerebro adaptarse rápidamente a nuevas experiencias. Cuando estas experiencias consisten predominantemente en actividades rápidas y estimulantes, el cerebro se adapta para buscar estímulos similares, razón por la que revisamos constante y compulsivamente nuestros teléfonos y redes sociales.
Los algoritmos sociales ofrecen contenidos adaptados a nuestros intereses y comportamiento. Al mismo tiempo, nos motivan no solo a consumir contenidos, sino también a crearlos y compartirlos, lo que aumenta el volumen de un flujo interminable de contenidos. Cada ‘me gusta’ o comentario positivo que recibimos en las redes sociales provoca posteriormente la liberación de dopamina, un neurotransmisor y hormona asociados principalmente al placer en nuestro cerebro.
La dopamina es una molécula motivadora que tiende a aumentar en la búsqueda de recompensas. Esta dinámica es la que nos impulsa a buscar gratificación, y las reacciones en las redes sociales son una forma instantánea. No tenemos que hacer mucho ni esperar tanto para obtenerlas, y este tipo de recompensas son increíblemente adictivas.
“La exposición frecuente del cerebro a estímulos breves y de alta intensidad también favorece el procesamiento superficial de la información”.
Cuando las redes sociales proporcionan recompensas inmediatas en forma de ‘me gusta’, comentarios y publicaciones compartidas que desencadenan la liberación de dopamina, se crea un bucle de retroalimentación en el que el cerebro busca constantemente estos momentos rápidos, reforzando el ciclo de actividad digital constante. Pero, ¿cuál es el impacto cognitivo a largo plazo?
Una de las consecuencias más destacadas es la reducción de la capacidad de atención. Las constantes notificaciones, actualizaciones y contenidos multimedia condicionan al cerebro a saltar de un estímulo a otro, dificultando la concentración en una tarea durante largos periodos de tiempo.
La exposición frecuente del cerebro a estímulos breves y de alta intensidad también favorece el procesamiento superficial de la información. Esto significa que somos más propensos a escanear contenidos en lugar de dedicarnos a una comprensión más detallada o al pensamiento analítico, lo que merma nuestra capacidad de pensamiento crítico.
Además, depender de los dispositivos digitales para recuperar información puede provocar una disminución en la retención de la memoria. Cuando nuestro cerebro sabe que la información está fácilmente disponible, es menos probable que la retenga a largo plazo, lo que también se conoce como “amnesia digital”.
Tanto si estás construyendo tu marca personal como corporativa, entender la psicología del “cerebro de palomitas” es clave para captar y mantener la atención online. Y es aún más importante utilizar este conocimiento de forma ética y centrarse en comunicar contenidos valiosos en lugar de enfocarse únicamente en tendencias a corto plazo y ganchos hiperactivos.
La reducción de los periodos de atención, el apetito insaciable de contenidos rápidos y la demanda de gratificación instantánea están influyendo en la forma en que las marcas enfocan ahora el marketing digital, y nosotros, como profesionales del marketing, disponemos de un conjunto de herramientas digitales para captar la atención e impulsar el compromiso. Pero ese poder conlleva responsabilidad.
“Las redes sociales están saturadas de anuncios digitales, personas influyentes y contenidos patrocinados, y es importante que las marcas comuniquen claramente cuándo promocionan productos o servicios”.
Uno de los pilares del marketing ético es la transparencia. Las redes sociales están saturadas de anuncios digitales, influencers y contenidos patrocinados, y es importante que las marcas comuniquen claramente cuándo promocionan productos o servicios. Esto se debe a que los usuarios, que pueden desplazarse rápidamente por el contenido sin procesarlo completamente, son especialmente vulnerables a la publicidad engañosa si falta transparencia.
La angustia por obtener gratificación instantánea también significa que los usuarios son más propensos a interactuar con contenidos de tamaño reducido diseñados para mantener su fugaz atención. Sin embargo, la tendencia de centrarse en breves ráfagas de interacción puede dar lugar a tácticas que prioricen el impacto instantáneo sobre la ética, y es importante resistirse a la tentación de explotar estos breves periodos de atención empleando técnicas manipuladoras que no sirven a los intereses de la audiencia.
Aunque puede aumentar la participación a corto plazo, el contenido clickbait – que promete más de lo que ofrece – daña la confianza y hace que los usuarios se sientan engañados. Por eso, los titulares, las previsualizaciones y los textos publicitarios siempre deben representar fielmente el contenido que se ofrece.
“Un contenido eficaz debe tratar de aportar un valor real al usuario, ya sea educativo, entretenido o útil”.
Del mismo modo, es importante evitar los patrones oscuros; es decir, las tácticas de diseño que manipulan a los usuarios para realizar acciones que normalmente no elegirían, como las opciones de exclusión ocultas o los botones engañosos. El marketing ético consiste en dar prioridad a la experiencia y al control del usuario, y proporcionarle información suficiente para que tome decisiones meditadas sin abrumarlo con tácticas de venta de alta presión que aprovechen su miedo a perderse algo.
Aunque un público digitalmente distraído suele participar en breves ráfagas, es importante fomentar interacciones significativas y centrarse en crear relaciones y confianza, en lugar de limitarse a perseguir métricas de vanidad como los ‘me gusta’ y los clicks. Las relaciones a largo plazo son mucho más valiosas que la interacción inmediata y de baja calidad.
Un contenido eficaz debe tratar de aportar un valor real al usuario, ya sea educativo, entretenido o útil. Porque los contenidos que informan o mejoran la experiencia del usuario son mucho más éticos que los diseñados únicamente para mantener la atención a toda costa.
Petra Smith
Miembro del Grupo de Colaboradores
Petra Smith es fundadora y consejera delegada de Squirrels & Bears, una galardonada agencia de marketing, relaciones públicas y diseño. Con más de 17 años de experiencia combinada en marketing interno y en agencias, trabajando con marcas B2B y B2C en todo el mundo, Petra pone en práctica la psicología del marketing, los conocimientos basados en datos y las estrategias creativas para permitir un crecimiento duradero a través de soluciones de contenido y marketing que resuenen con las audiencias que importan. Para más información, visita https://www.squirrelsandbears.com/about